ROSALÍA ARTEAGA SERRANO
El contundente triunfo del Sí en todas las preguntas de la Consulta Popular del pasado Domingo 4 de febrero, liberan al país de un peligro enorme, que desafortunadamente ha sido una carga ya en determinados pasajes de nuestra historia, y alejan la posibilidad de que quien manejó el Ecuador a su antojo durante la última década, retorne en calidad de presidente, puesto que se ha dicho claramente NO a la reelección indefinida.
Esa es la primera lectura que sale a relucir, pero que no nos exime de otras que tienen que ver con el devenir inmediato y mediato del accionar de las actuales autoridades. Es importante pensar en que el triunfo en las urnas no es un endoso en blanco para todo lo que pueda hacer el gobierno, sino más bien el aumento de las responsabilidades para hacer bien las cosas y no repetir los errores del anterior gobierno.
Para nada significa que se quiera profundizar la denominada revolución ciudadana, que a muchos ojos lo único que consiguió fue ofrecer impunidad para la comisión de infinidad de delitos que tienen que ver con las finanzas públicas, las negociaciones dolosas y el perjuicio al estado.
Esa votación afirmativa significa que queremos cambios en la forma de gobernar, con responsabilidad, con independencia de poderes, con exigencia para que la justicia actúe y se sancione a los culpables, sin importar su alta jerarquía, así como también una planificación responsable en torno a la deuda pública tanto externa como interna, y un reencausar la política internacional que tantos desvaríos ha tenido y tanto bochorno nos ha causado.
El Sí en la consulta popular significa dejar de lado la impunidad, castigar a los culpables, respetar el entorno natural, proteger a nuestros niños y jóvenes de los abusos sexuales, poner las bases para el desarrollo económico del Ecuador, afianzar los valores democráticos.
He ahí los grandes retos y lecturas que la presente Consulta Popular nos dejan.
LAS LECCIONES DEL SÍ
