De Presidenta del Ecuador a activista ambiental y educacional, la carrera de Rosalía Arteaga es un claro testimonio del poder que pueden tener los individuos cuando dedican sus vidas a una buena causa.
Por más de dos décadas, Rosalía Arteaga ha liderado transformaciones en el campo de la educación y la cultura en su país de origen: Ecuador. Motivada por una visión personal que ve a la expansión del conocimiento como eje fundamental, ha luchado dentro y fuera del ámbito político para hacer que sus ideales se desarrollen.
Política, escritora y activista social
La carrera política de Rosalía Arteaga comenzó en 1992, cuando fue nombrada Subsecretaria de Cultura. Dos años después, fue Ministra de Educación, Cultura y Deportes. Logró reconocimiento cuando renunció a su cargo, bajo el mandato del entonces Presidente Sixto Durán Ballén, por el hecho de que ese gobierno quería que la religión se impartiera en el sistema de educación pública. Esta decisión, hizo que se ganara gran respeto e impulsó para que más tarde se convirtiera en la primera mujer Vicepresidenta del Ecuador y la primera en ganar poder ejecutivo a nivel nacional. Seguida de la crisis constitucional de 1997, estuvo en la Presidencia de la República por 6 días, después de que el Congreso decidió alternar la sucesión presidencial. A finales de 1998, se retiró de la política y decidió continuar su lucha sin estar ligada al mundo asociado al sector público.
“Empecé en la política porque quería hacer cambios en los ámbitos de la educación y la cultura. Mi principal motivación era, y todavía es, hacer renovaciones radicales en estas áreas” Explica la Dra. Arteaga en una entrevista. Para alcanzar este objetivo, se convirtió en la Presidenta de la Fundación para la Integración y Desarrollo de América Latina (FIDAL), una ONG que pone todos sus esfuerzos para generar una conciencia medioambiental sostenible, mejorar el sistema educativo nacional, colaborar con la democracia en el país a través de foros y conferencias, entre otros aspectos.
Arteaga cree que una de las principales causas de pobreza es la distribución desigual del conocimiento en el mundo. Enfocándose en esta idea, considera primordial contar con profesores bien entrenados en educación, ya que estos contribuyen a salvaguardar el derecho del conocimiento en el mundo. Con FIDAL, Rosalía ha tratado de dar las bases necesarias para hacer exactamente eso. Bajo su tutela, la Fundación ha implementado la premisa “enseña a los profesores”, la cual cada año, confiere el Premio Internacional de Excelencia Educativa a aquellas personas que se destacan en la educación. Este incentivo busca incrementar la visibilidad de las historias exitosas en la educación y premiar a los métodos de enseñanza más innovadores.
Con una licenciatura en Ciencias Políticas y un Doctorado en Derecho, seguido por estudios en periodismo y antropología, Rosalía Arteaga ha escrito varios libros y publica regularmente artículos y columnas en diarios y periódicos. También tiene el honor de ser la única sudamericana que formó parte del Consejo Editorial de la prestigiosa Enciclopedia Británica. Todos estos logros han hecho que tenga un rol destacado a nivel regional en temas de educación y protección ambiental, esfuerzos que han sido reconocidos con numerosas condecoraciones y premios.
Activista medioambiental
Consciente de los mayores desafíos que existen en Latinoamérica, Rosalía Arteaga ha puesto especial énfasis en la lucha para prevenir la deforestación del Amazonas, el bosque tropical más grande que queda en el mundo. Estuvo al mando de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), una organización intergubernamental con sede en Brasil, que busca preservar y desarrollar al Amazonas de una manera sustentable. Su misión es incrementar la capacidad de negociación global de los ocho países miembros e incrementar la cooperación regional. Arteaga jugó un papel importante en fortalecer los esfuerzos hechos para preservar la región, haciendo recomendaciones sobre las políticas y trabajando con los gobiernos en todos los niveles.
El Amazonas también puede servir como un hábitat ideal para la integración regional. Siguiendo los lineamientos planteados por la Comunidad Andina de Naciones o el Mercosur, Arteaga ha tratado de usar al Tratado de Cooperación Amazónica como un catalizador, para encontrar puntos en común entre los países miembros y otros asuntos que necesitan soluciones en conjunto. “Todos estamos en el mismo planeta y necesitamos trabajar juntos”, es como explica su punto de vista sobre cuál es el mejor método para combatir los principales problemas con respecto a la lucha contra el calentamiento global.