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Ya hemos comentado en otras oportunidades, que aquello que caracteriza al mundo actual es la incertidumbre, el no saber lo que nos trae el futuro, el casi no poder ni imaginar cuales son los escenarios que nos van a tocar vivir.

 

Así, hace unos pocos años, quien habría podido imaginar que las sólidas economías europeas iban a verse tan dramáticamente afectadas, que hasta se habla del riesgo de la desaparición del euro como moneda de la mayor parte de países de la Comunidad Europea.

 

Cuando se hablaba del milagro español, o nos referíamos en términos admirativos a lo que los irlandeses habían conseguido con la economía de su país, parecían ejemplos dignos a seguir. Sin embargo de ello, luego del estallido de la burbuja inmobiliaria en los Estados Unidos, que parece tuvo ondas expansivas muy fuertes, la caída, una detrás de otra, de varias de las economías europeas, parece un fenómeno indetenible.

 

Ahora se habla constantemente del caso griego y de como las medidas arbitradas no han logrado detener el deterioro de la economía y de las condiciones sociales, lo que ha traído, en varios de los países de la comunidad, la protesta airada de jóvenes, especialmente de las clases medias, que se sienten burlados en su necesidad de encontrar trabajos bien remunerados, acordes con su capacitación, con su educación, salgan a las calles a protestar, conformen el movimiento de los "Indignados", y hayan extendido su accionar por muchas de las principales capitales europeas.

 

Se habla con insistencia, del descalabro de la moneda europea, lo que hace prever que quienes insistían en que la sustentabilidad del euro como moneda de la comunidad europea, solo era posible si se manejaban mayores ligazones de orden político, de economía, etc, al interior de la propia comunidad, que pudiera regirse más por cánones comunes impulsados desde Bruselas, tenían razón.Ahora, a pesar de la fuerte decisión de países que como Alemania y en menor medida Francia, le están haciendo frente a la crisis económica con éxito y hasta registran niveles de crecimiento, de sacar adelante el carro de la integración, hay muchos de sus propios ciudadanos que resienten los apoyos económicos que se ofrecen y que no están dando el resultado esperado.

 

Así, efectivamente la zona euro está en riesgo y no parece que hayan soluciones muy a corto plazo y muy eficientes.

 

 

ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.

LA ZONA EURO

La Hora

28 de septiembre de 2011

 

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