YO TE DEMANDO, TÚ ME DEMANDAS, NOSOTROS NOS DEMANDAMOS....
El Tiempo
18 de febrero de 2012
La sentencia de la demanda en la que el actor fue el titular del ejecutivo y los demandados los dueños del periódico El Universo y el ex editor del mismo, que rechazamos por desproporcionada y por introducir el tema de la responsabilidad coadyuvante que va a crear precedentes de los que seguramente algún día se arrepentirán los actores actuales, nos sirve también para meditar en lo que estamos haciendo con la sociedad ecuatoriana.
Sociedad que está empezando a judicializarse, en el entendido de que con las reformas introducidas en los códigos, al amparo de la Constitución de Montecristi, parecería que lo que cuenta ahora es la capacidad para instaurar demandas, que, con el ejemplo del propio Presidente de la República, dejan jugosos dividendos para quienes se lanzan a la tarea de enjuiciar a diestra y siniestra y por los más variados motivos, a sus connacionales, contando con el beneplácito de los jueces.
Por ello, nos sentimos tentados a conjugar el verbo enjuiciar o demandar, usando todas las personas gramaticales, para empezar con el Yo te demando, que incita al reclamo, que en algunos casos puede ser justo, pero que en otras, no solamente que es desproporcionado, sino que también cae en la amenaza, en el prurito de la demanda por la demanda que, además de protagonismo a sus actores.
Tú me demandas, me aniquilas, me empobreces, me metes en la cárcel, me atemorizas para que no pueda levantar cabeza.
El nosotros nos demandamos, suena a país cantinflesco, cuando todos van contra todos, en cargamontón, con la esperanza de pescar a río revuelto, mucho más que para ver cristalizada la justicia.
Y la gente empieza a tener miedo, temor a expresarse, a hablar con los amigos, a comentar cosas con los colegas, a que el juicio hasta por las nimiedades, aparezca como la solución.
Como que los problemas de un país se arreglaran a punta de juicios, que lo único que hacen es saturar a los jueces, volverlos más ineficientes y más susceptibles de influencias.
Ellos se demandan, en grupo, como diversión, como forma de obtener recursos, como inserción en el grupo de amigos, de rosca, del entorno.Así, vamos conjugando el verbo, convencidos de que esa no es la forma de modernizar un país, de construir una nueva nación.
ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.