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¿Y AHORA?...

El Tiempo

Febrero de 2016

 

Las últimas noticias sobre la baja de los precios del petróleo, del que rige para el crudo ecuatorianos, lo ubican en menos de 30 dólares el barril, se dice que incluso por debajo de los 27. En otras épocas esa no habría sido una noticia asustadora, recordemos que inclusive hubo momentos en los que los precios se ubicaron en menos de 10 dólares el barril.

 

Pero en las actuales circunstancias, después de las preventas, de los pagos de deudas, en condiciones desastrosas a China, de negociaciones con las empresas petroleras, según lo que se rumora; el precio actual no justificaría ni siquiera la explotación petrolera, y dicen los expertos que resultaría más rentable dejarlo bajo tierra.

 

Si es así, la situación se torna cada vez más angustiosa, sobre todo para un gobierno que no ha decidido recortar su aparato burocrático, que no hace nada por incentivar la producción, la industria, los acuerdos con países que signifiquen mercados interesados en los productos nacionales y que permitan exportar a los maltrechos empresarios privados en condiciones adecuadas.

 

Lo único en lo que parece basarse el presupuesto del estado se refiere a los impuestos, pagados por los contribuyentes en la mayor escala que registra la historia; pero también eso tiene un límite, si recordamos la fábula de la gallina de oro, que tiende a hacer pensar que muerta la gallina, es decir en crisis la industria y las empresas nacionales, se acabaron los huevos, es decir la fuente de los impuestos.

 

Claro, también se recurre a los empréstitos con prestamistas usureros, que aprovechan la situación del país, para entregar dineros a un altísimo costo, reflejo también este último, de la mala reputación y perspectivas que se va labrando el país.

 

Mientras tanto, no impera en las altas esferas un sentido de reflexión crítica, que salga a relucir precisamente en estos momentos de crisis, en los que las reflexiones del estadista deberían imponerse e ir más allá de los populismos, de las revanchas, de los caprichos.

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