UNA ESPECIE DE BABEL
El Tiempo
19 de junio de 2012
Participar en las convenciones o reuniones internacionales de gran escala, siempre me ha parecido como estar metida en una especie de Babel, no solo por la diversidad de lenguas que se escuchan, sino sobre todo por la dinamia que tienen, unas más que otras, es verdad.
La cumbre organizada por las Naciones Unidas y el Gobierno del Brasil, tiene mucho de esto, en el gigantesco espacio habilitado para ello, en lo que denominan Río Centro, al lado mismo de la Villa Olímpica, que acogerá a los miles de atletas que llegarán para participar en las Olimpíadas futuras, se han diseñado espacios tanto para las reuniones oficiales, como también para facilitar la participación de la sociedad civil en sus múltiples manifestaciones. Allí están presentes, justo en estos momentos, representantes de ongs, de establecimientos educativos, de campesinos, agricultores, pescadores, de indígenas vestidos con sus más elaborados atuendos, de Amazónicos y Africanos, de Asiáticos y Europeos... En fin, la más extensa gama que podamos imaginar, de participantes, todos caminando en diferentes direcciones, un poco confusos intentando atender a la mayor parte de eventos posible, todos con caras de saber y querer apoyar las iniciativas.
En medio de todo ello, qué complejo se presenta el decidir siquiera qué eventos atender!, si los de energía limpia, si los de agricultura sustentable, si los que privilegian la participación de la mujer, o se ocupan de los niños, si lo que se trae como soluciones para superar el hambre en el mundo, si los que enfatizan en la alimentación vegetariana o los que proponen una visión ética y hasta espiritual del mundo.
Esta Babel de ideas que tratan de armarse, como un gigantesco rompecabezas para conseguir la declaración unificada y consensuada de los líderes de los países del mundo, tiene un denominador común: la gente está preocupada por temas que hasta hace apenas unas décadas no significaban nada: el calentamiento global, el efecto invernadero, el derretimiento de los polos, el agotamiento de los recursos, la escasez del agua, y un largo etcétera.
El haber generado una conciencia y bastante proactividad al menos en la denominada sociedad civil, es ya un gran alcance. Probablemente, si medimos lo ocurrido en estos últimos 20 años, más acciones encontraremos entre la gente común y corriente, entre quienes hacen parte de la sociedad civil que en lo que realizan los gobiernos, a pesar de los ingentes recursos que manejan y de que reciben salarios que deben apuntar a conseguir soluciones.
El gran reto es como volver sustentable a un mundo super poblado, con crisis económicas que no paran, con ambiciones que no cesan, con la conciencia de que se debe hacer algo, pero no se articulan de manera suficiente las acciones. He ahí el reto de Río mas veinte y de las conferencias que vendrán en el futuro.
ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.