top of page

TRAGEDIAS MIGRATORIAS

El Tiempo

7 de octubre de 2013

El ser humano empezó su vida sobre la tierra en forma trashumante, moviéndose de un lado para otro, en búsqueda de alimento, de refugio, frente a las inclemencias del tiempo, o también por causa de fenómenos naturales que le impelían a buscar sitios seguros.

 

Por ello, no es nada extraordinario que haya ocupado las cavernas, las cuevas naturales, donde inclusive dejó testimonios artísticos de su paso por esos lugares. Tuve la suerte el año pasado, de visitar las famosas cuevas de Altamira, cerca de la ciudad de Santander en España y en este de contemplar los haceres del hombre de Neanderthal, cerca de la ciudad alemana de Dusseldorf. 

 

Pero mi comentario, más que perseguir fines históricos, quiere referirse a que el mundo, en lugar de evolucionar, ha involucionado; si bien en esas épocas la vida era muy dura, no existían otras trabas que no fueran los fenómenos naturales, para que el ser humano transitara por la superficie de la tierra, en cambio ahora, debe arrostrar infinitos peligros para desplazarse de un lugar a otro, y no puede hacerlo si no tiene los respectivos permisos de tránsito, es decir las famosas visas.

 

Con frecuencia nos enteramos de tragedias que ocurren por alcanzar los espacios en los que  piensa que se tendrá condiciones más adecuadas para ganarse la vida.

 

En estos días, nos hemos sentido conmovidos por una nueva tragedia, la ocurrida en las costas de la isla italiana de Lampedusa, a donde trataban de llegar desesperados ciudadanos africanos. Se sabe por las noticias que aparentemente más de 300 personas han muerto en la sentina de un barco abarrotado, que trataba de llegar a su destino, porque a pesar de la crisis económica que acosa a Italia, este país sigue siendo un destino muy apetecido por migrantes en búsqueda de trabajo.

 

El clamor es mundial frente a lo que está ocurriendo, no es la primera vez que ocurre una tragedia de esta naturaleza, como tampoco cuando ciudadanos Marroquíes o del Magreb, intentan llegar a España.

 

Aparentemente los controles  fallan, pero sobre todo el sentimiento de humanidad. Claro está que hay mucho de culpa en los gobiernos de los países africanos que no brindan condiciones de vida para sus habitantes, pero también hay una deuda histórica de los países coloniales europeos que no supieron sembrar progreso, que no supieron ser solidarios y que ahora se sienten también agobiados por lo que ocurre.

 
 
ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.
bottom of page