La crisis ocasionada en el mundo entero, por el terremoto y el casi simultáneo tsunami en el Japón, pone a prueba una vez más, la solidaridad mundial, que, indudablemente ha comenzado ya a fluir en forma de ayuda técnica por parte de países que la pueden proporcionar, como son los Estados Unidos de Norteamérica, que, pese a todo lo que se pueda decir, generalmente encabezan los montos de ayuda humanitaria y su contribución con personas que se desplazan a prestar su contingente en circunstancias difíciles como la presente.
Hemos visto también como la filosofía de un pueblo y su disciplina, hacen que, pese a lo dramático de las circunstancias que se viven, haya un cierto orden, que la gente actúe tratando de seguir procedimientos para minimizar los daños.
En el caso ecuatoriano, fue también visible una cierta precipitación en la toma de decisiones por parte del ejecutivo, lo que indudablemente repercutirá sobre todo en que la gente que fue movilizada o desplazada, pueda sentir que en una próxima oportunidad haya falsas alarmas que le impidan tomar las medidas precautelatorias necesarias, lo que indudablemente debe llevarnos a la reflexión de estructurar planes permanentes de contingencias, dada la vulnerabilidad que nos proporciona estar ubicados en el cinturón de fuego del Pacífico, estar bajo la influencia de fenómenos como los del Niño y la Niña, y tener una impresionante cantidad de volcanes activos en nuestro suelo.
Japón saldrá adelante de esta dura prueba, su gente es valerosa y ha aprendido a superar circunstancias dolorosas.
Nuestro abrazo fraterno al pueblo japonés y nuestra solidaridad.
ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.
SOLIDARIDAD CON JAPÓN
La Hora
17 de marzo de 2011