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SIN TRIUNFALISMOS

La Hora

27 de febrero del 2014

Dicen que después de la tempestad viene la calma, así como a continuación de la agitación de la campaña electoral y de la realización de los procesos electorales, debe venir un proceso serio de reflexión, regocijándose por los triunfos obtenidos, pero sin caer en triunfalismos que pueden obnubilar el cerebro y la visión.

 

Esa reflexión debe apuntar a dimensionar las responsabilidades que el triunfo electoral conlleva, así como a sentir cuáles son las máximas aspiraciones de los electores, las reales capacidades que se tiene desde la posición alcanzada y los tiempos de los que se dispone para ello, porque a pesar de que se tienen por delante cuatro años, estos se van más rápido de lo que se piensa.

 

Si se trata de los nuevos Alcaldes y Prefectos Provinciales, una de las prioridades es la conformación de los equipos de trabajo, en los que debe privilegiarse la capacidad, la honradez por sobre otras consideraciones, apuntando a generar una política de servicio que demuestre a los electores que no se equivocaron en su selección realizada en las urnas.

 

Cada una de las instancias elegidas tiene relevancia para los electores que los designaron, cada autoridad debe estar a la altura de su cargo y esto requiere trabajo, dedicación, constancia, visión.

 

A veces y con razón se dice que lo más fácil es ganar una elección, luego viene el trabajo real, el que repercute en las comunidades, en las sociedades de su circunscripción territorial. El día a día del ejercicio del poder, suele ser desgastante, más si ese trabajo incide y puede ser observado por los vecinos de un sector, por los ciudadanos de una urbe, como es el caso de los municipios, no importa su tamaño, grandes o pequeños, suelen ser críticos respecto de las soluciones que se implementan desde el cabildo.

 

En conclusión, es bueno festejar los triunfos, pero también es bueno y hasta indispensable el entrar en procesos de planificación y dimensión real de lo que las elecciones tienen de compromiso y de trabajo.

 

 

ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.

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