REFLEXIONES DE CARNAVAL
El Tiempo
12 de febrero de 2013
Parecería que el calendario religioso, que es el que marca tanto el inicio del Carnaval como el de la Cuaresma y la Semana Santa, dispusiera, casi que a propósito, esta pausa que solemos hacer los ecuatorianos en nuestro trabajo cuotidiano, para reflexionar sobre lo que nos sobrevendrá de inmediato: un proceso electoral en el que tendremos que decidir qué es lo queremos para nuestro país, si la continuación con lo que se ha dado en llamar el gobierno de la revolución ciudadana, con toda su parafernalia de publicidad estrepitosa, con el crecimiento de la burocracia, con el gasto ostentoso, con la permanencia de las sabatinas en las que se aturde a un pueblo que permanece ávido de circo; con una asamblea legislativa obediente, sumisa a los deseos del ejecutivo; o entrar en una transición que nos coloque en espacios más propicios para el desarrollo, para el ejercicio de una democracia en la que la división de poderes y la alternabilidad, así como el fortalecimiento de las instituciones, nos pongan en el camino de un verdadero avance como país y como individuos respetuosos de los demás, inmersos en un mundo que exige cada vez más relaciones equilibradas.
Si bien el carnaval se hizo para divertirse más que para reflexionar, y habrá muchos que aún mantengan las tradiciones del pasado, con juegos, con agua, con comidas familiares o de amigos o con el viaje que se espera con ansias para disfrutar de las playas o de las montañas, precisamente la vecindad con el día de las elecciones, nos pone en la alternativa de pensar, aunque sea por un corto tiempo, en el futuro del país que queremos.
Si bien últimamente, y gracias al elevado precio del petróleo, pero también al endeudamiento gubernamental interno y externo (con el IESS y el gobierno Chino, por poner un par de ejemplos), tenemos una mejor red vial; por otro lado hay una inseguridad que cada vez se vuelve más evidente, con lamentables pérdidas humanas, así como con atentados a los bienes de las personas; los avances en la salud y en la educación son más bien magros, sobre todo si se considera el volumen de los presupuestos empleados, hay confusión entre los docentes, los padres de familia, los estudiantes, con una especie de saturación por la evaluacionitis aguda que predomina en ciertos estamentos, pero que no se refleja a la hora de elegir o designar a las autoridades.
El tema de la corrupción, el de desvíos de fondos que aparecen en ministerios, banca pública, fideicomisos...no tiene un desenlace en el que se vea que se castiga a los culpables.En fin, tiempo hay para todo, y esperemos que esta parada necesaria de Carnaval, sirva al menos que a la par del descanso y la diversión, para traer un poquito de reflexión en lo que pasa y en lo que nos puede ocurrir como país si no ejercemos de manera responsable nuestro derecho de elegir.
ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.