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LOS QUINCE AÑOS DE DOLLY

El Tiempo

28 de febrero de 2012

 

Estamos tan acostumbrados a que la ciencia nos entregue, casi que a cada momento, nuevos inventos, adminículos novedosos, objetos que desechamos casi antes de haberlos disfrutado, que casi no le damos importancia, o se vuelve cuotidiano hablar de cosas que antes nos parecían imposibles o casi milagrosas en sus logros.

 

Hace quince años, un evento, sin embargo, llamó la atención de los medios de comunicación, y por cierto acaparó el entusiasmo de la humanidad, fue la primera vez en que se logró la generación de la vida de un mamífero, mediante lo que se ha denominado clonación.

 

Fue así cuando el científico Ian Wilmut y su equipo, de la Gran Bretaña, clonó a la oveja Dolly, lo hizo tomando un pedacito de la glándula mamaria de otra oveja, con lo que logró dar un paso en lo que significa la creación de la vida, metiéndose a jugar con algo que los dioses habían tenido como patrimonio.

 

Por supuesto que en esa época y tal vez también hoy, se oyen voces de protesta frente a la posibilidad de clonar seres humanos, sin darse cuenta que la ciencia puede ser y de hecho lo es, de singular ayuda para la conservación y la mejora de la calidad de vida de los seres humanos.

 

La ciencia no es por sí y ante sí, ni buena ni mala, es solo un instrumento que puede ser para el bien o para el mal, de acuerdo a como se la use.

 

Saber que se puede dar pasos hacia adelante, en los que quienes han sufrido amputaciones, por ejemplo, quienes han perdido partes significativas de su cuerpo, pueden beneficiarse de la manipulación del ADN y de procesos de clonación, son pasos importantes en el desarrollo de la humanidad.

 

Por ello, celebramos la clonación del primer mamífero, que ya ha sido replicada en diferentes latitudes en el globo, inclusive en nuestra América Latina.

 

La ciencia, puesta al servicio de la humanidad, es la que genera esperanzas de mejores días, aún en épocas como la presente, en la que las brumas de la sobrepoblación y el uso exagerado de los bienes de la naturaleza, tiñen el futuro con negros nubarrones.

 

Por ello podríamos parafrasear aquello de: Mientras hay vida, hay esperanza, con aquello de: Mientras hay ciencia, hay esperanza.

 

 

ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.

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