¿QUIÉN ENTIENDE AL IMPERIO?
La Hora
23 de octubre de 2013
Los últimos episodios protagonizados por el Congreso norteamericano, con posiciones contradictorias, en las que los acuerdos brillaban por la ausencia y se atendía más a situaciones de política partidista que a aquellas que demandan un despojarse de las ambiciones políticas o personales y pensar en el bien del país.
Una administración en crisis y paralizada, manifestaciones de ciudadanos enojados y decepcionados frente a las situaciones en las que tanto demócratas como republicanos se enfrentaban, parecen más propias de las denominadas “banana republics” que de la primera potencia del mundo.
Por supuesto que la crisis económica ha ahondado situaciones como las descritas, claro que la incertidumbre frente al porvenir exacerba las pasiones, pero eso debería distar mucho de la decisión de paralizar a un país y de causar un enorme perjuicio económico a la nación.
En este sentido, parecería que lo mejor habría sido ahondar en el diálogo, buscar los puntos en común, sentir al país en su verdadera dimensión y complejidad y no dejar que las pasiones se pongan de manifiesto y se coloque en riesgo la estabilidad de la mayor democracia del planeta. Es verdad que en democracia los disensos están contemplados, que es bueno saber que no hay uniformidad de criterios, pero parece que las situaciones llegaron a puntos extremos y que las heridas inferidas al gigante van dejando su huella.
Será que los actuales líderes no están a la altura de las circunstancias? Será que la situación económica, que la crisis, puede más que el sentido de pertenencia, que el amor por el país, que la preocupación por su liderazgo entre las naciones? Pueden ensayarse una serie de respuestas, probablemente acertemos en algunas, pero la incógnita prevalece y la falta de razones también.
ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.