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Creo que es necesario, sobre todo en épocas electorales, hacer una reflexión respecto de lo que significa lo público y lo privado, ya que parecería que esa diferencia se desconoce en las esferas de los funcionarios públicos.

 

Lo público, o los bienes públicos, son los que, siendo de todo un colectivo, en este caso el Estado ecuatoriano, deben beneficiar a todos y no a unos pocos, por mas que se esté al frente de un cargo o función determinada. Lo privado en cambio, es aquello que beneficia a las personas en su individualidad, se dice que los bienes privados son creados para producir un beneficio.

 

En este sentido, bien vale una reflexión, mas aun en época de campanas electorales, cuando se tiende a confundir y a creer que los bienes públicos, llámense estos vehículos, oficinas, letreros y pancartas, pueden ser utilizados para promover candidaturas, tendencias o respuestas; sin pensar que estos bienes al pertenecer a todos, no pueden ser usados para beneficio personal o partidista. Cuando hablamos de bienes, nos referimos también a los tiempos de las personas, que no pueden disponer, en horario de trabajo, de esos tiempos que deben estar destinados al servicio de la ciudadanía.

 

Ojalá estas reflexiones caigan en oídos sensibles, y se pueda dejar de observar a funcionarios públicos haciendo una evidente campaña para promover la consulta popular, sin el menor pudor.

 

Cuando el poder es absoluto, y no existen los frenos que las democracias proporcionan, con una real separación y división de poderes, así como con la capacidad de fiscalización y sanción para quienes incumplen la norma, se cae en excesos que poco a poco se vuelven más evidentes e incontrolables.

 

Por ello, hay que tener una verdadera conciencia democrática, que se aleje del abuso, de la prepotencia, del uso de lo público en beneficio de lo privado.

 

 

ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.

PÚBLICO Y PRIVADO

La Hora

6 de abril de 2011

 

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