PROMETEOS
El Tiempo
12 de agosto de 2013
Una de las iniciativas que mayor expectativa me ha generado, sobre todo por la inquietud permanente que mantenemos sobre el tema de la calidad de la educación en el Ecuador, es la relacionada con el proyecto que originalmente se denominó Prometeo, viejos sabios, y que ahora se acortó a simplemente Prometeo.
He tenido la suerte de mantener contacto tanto con los Prometeos ecuatorianos como con los extranjeros.
La primera noticia importante en este sentido y también alentadora, es la presencia en las universidades ecuatorianas, de científicos e investigadores también ecuatorianos, quienes se sintieron motivados por la convocatoria y que decidieron retornar al país por un tiempo, de tal manera que pudieran entregarle sus capacidades y experiencias a los jóvenes estudiantes y también a sus colegas de las universidades ecuatorianas.
Así, he conversado con médicas, PHD. con especialidades en temas de salud pública, creando y conformando equipos de investigación con sus pares y sobre todo con sus alumnos en los centros de educación superior y en las instituciones. De igual manera, científicos extranjeros, sobre todo europeos, pero también latinoamericanos, insertados en la docencia y en la investigación, sintiéndose fascinados por la extraordinaria geografía y biodiversidad del Ecuador, aportando, pero también enriqueciéndose con lo que significa esta experiencia en nuestro país.
En unos y en otros, lo que he podido advertir es el brillo de la "pasión" en sus ojos, esa especie de enamoramiento por lo que hacen, las ganas de sembrar semillas destinadas a crecer en tierras fértiles abonadas por la capacidad de conocimiento y de investigación de los más jóvenes quienes reciben las enseñanzas, la metodología de la investigación, la rigurosidad en el trabajo.
Estos son factores indispensables si queremos realmente que los importantes recursos económicos destinados al proyecto Prometeo, con los fondos que aportamos quienes tributamos al erario nacional, rindan una óptima cosecha.
ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.