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Cuando se trata de mencionar el tema de las libertades, una de las que indudablemente salta a un primer plano, es la denominada Libertad de Expresión, que nos permite a todos los seres humanos decir lo que pensamos y sentimos, y podemos hacerlo a nivel individual, personal, comunicando a quienes están cerca de nosotros, esos pensamientos; o puede hacerse usando los medios de comunicación colectiva, lo que hace que lleguemos a un mayor número de personas.

 

El avance de las tecnologías hace que el número de personas a las que una idea pueda llegar, sea cada vez mayor, y, a veces los llamados medios alternativos cumplen un papel aún mayor que los tradicionales, un ejemplo reciente lo tuvimos en el papel que jugaron los medios digitales, las redes sociales, en las revueltas y revoluciones de Oriente Medio.

 

Pero ahora queremos tocar un tema  más cercano, que tiene que ver con esas capacidades, con la posibilidad de decir aquello que queramos, sin temores, sin pensar que podemos ser enjuiciados y hasta encarcelados, o pagar multas por aquello, que es considerado uno de los derechos fundamentales de las personas.

 

Celebramos hace un par de días el día internacional de la Libertad de Expresión, declarado por las Naciones Unidas, y al mismo tiempo, en la consulta popular convocada para este próximo siete de mayo, uno de los temas que concita debates, es precisamente el que tiene que ver con esa libertad, que podría quedar seriamente limitada con los controles que se quieren establecer, y que, de hecho, ya ha sufrido serios embates en los últimos tiempos, a través de la actitud beligerante de autoridades de gobierno, que no se conforman con tener ya un considerable número de medios en sus manos, entre los que se cuentan varios canales nacionales de televisión, sino que pretenden, a través de la creación de un concejo, limitar esa libertad.

 

Claro está que al interior de los propios medios debe existir un análisis de lo que se debe transmitir, para que por ejemplo el tema de los valores no se deje de lado, para que la programación incluya programas culturales, educativos, pero sin que se deje de lado la necesidad de informar verazmente de lo que ocurra en una comunidad determinada, y con las temáticas más variadas.

 

Así pues, mientras por un lado se celebra la libertad de expresión, por otro lado se pretende conculcarla. Paradojas que tiene nuestro país y la vapuleada democracia, ojalá el voto que depositemos este siete de mayo, sea un voto consciente y comprometido con las valores fundamentales de la democracia.

 

 

ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.

POR LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN

La Hora

6 de mayo de 2011

 

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