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SOBRE PLANIFICACIÓN E INDUCCIÓN

La Hora

6 de agosto de 2015

 

Uno de los roles fundamentales de un gobierno es la planificación de las políticas del Estado, saber o armar escenarios de a dónde queremos llegar en un tiempo determinado, cuáles son los proyectos prioritarios, cómo podemos conseguir aquello que nos proponemos; así como asumir con entereza los costos de aquellas medidas que deben instrumentarse para el corto, el mediano y el largo plazo.

 

Por ello, siempre hemos insistido en que las políticas deben ser de Estado y no de un gobierno determinado, ya que si nos enfocamos en lo último, estaremos pensando más en la coyuntura, en la inmediatez de algo y no en la verdadera conducción de un Estado que como fin ulterior debe apuntar hacia el bienestar sustentable de sus ciudadanos.

 

Para ilustrar lo que afirmamos, bien podríamos tomar un ejemplo en parte anecdótico, pero también emblemático: el tan mencionado cambio de las cocinas de los ecuatorianos, que en su gran mayoría funcionan con gas, así como de los calentadores de agua y por supuesto de los hornos en los que se cuece el pan de los hogares;  pues bien, a alguien con no suficiente conocimiento, se le metió en la cabeza, la idea de que había que cambiar el país a las llamadas cocinas de inducción, y allá fueron con la propaganda, con las exigencias, con las tentaciones de que se iba a tener cocinas más seguras, más económicas, más modernas, más rápidas, más limpias, a cambiar el subsidio del gas a la electricidad, y un largo etcétera…

 

De igual manera se motivó a las empresas fabricantes de cocinas a cambiar sus sistemas para construir cocinas de inducción y se habló de un crédito de la China para traer cocinas de coste bajo fabricadas en el país asiático, un crédito a pagarse con petróleo.

 

Pero, si revisamos la situación mundial, vemos que no hay país en el mundo que haya decidido dar el salto para cambiar las mentadas cocinas, inclusive en los países en los que ciertos estratos altos de la población las usan, los costos son también altos, y tampoco se garantiza ni la eficiencia ni la seguridad, más bien hay quejas relativas al nivel del calor, a la no graduación del mismo, a que se tienen que comprar nuevas ollas y sartenes, en fin, a una serie de inconvenientes que se suelen detallar.

 

Este ejemplo bien sirve para ilustrar la poca planificación o la errada forma de enfrentar los problemas como el bajo coste y los subsidios al gas de uso doméstico, que debieron enfrentarse de muy diversa manera, pero no dar la vuelta al problema creando uno mayor y que costará mucho más a la sociedad ecuatoriana.

 

Y ahora hablamos otra vez de pre venta de petróleo, esta vez a Tailandia…

 

 

 

 

ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.

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