Cada vez que cambian las autoridades seccionales, hablamos de alcaldes, prefectos, concejales, miembros de juntas parroquiales; hay como una especie de compás de espera, de expectativa frente a lo que las nuevas autoridades propondrán y realizarán para beneficio de sus coterráneos.
Esto se acentúa precisamente por la relación tan directa que existe entre las autoridades seccionales, las locales, con los ciudadanos, ya que el día a día de las personas tiene, de alguna manera, que ver con el desempeño de esas autoridades que son elegidas periódicamente en las urnas.
Por supuesto que hay numerosas autoridades seccionales reelegidas, y la gente, los ciudadanos en general, saben qué esperar, pueden hasta prevenir su comportamiento y sus acciones.
La cercanía de las autoridades locales significa retos importantes para los elegidos, para no defraudar la confianza depositada en ellos.
Habría que pensar también en las relaciones de los recientemente elegidos o reelegidos con las autoridades nacionales, de quienes depende en buena medida el presupuesto que se utilizará en las obras a emprender o continuar.
Todos los alcaldes tendrán que enfrentar temáticas clave como el transporte público, como el uso de los espacios; se habla de metros, de tranvías, todas obras monumentales que requieren ingentes presupuestos; pero también cada alcalde y prefecto, tienen sus liderazgos locales que preservar y unas expectativas que seguramente se pondrán de manifiesto en los años venideros.
Ojalá prime la armonía sin vasallajes, el respeto mutuo, las ganas de hacer las cosas por el bien de los ciudadanos.
ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.