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NINGUNA UNIVERSIDAD DEBE CERRARSE

La Hora

21 de marzo de 2012

Un análisis de lo que pasa en la educación universitaria ecuatoriana, me lleva a hacer la declaración que sirve de título a este comentario: NINGUNA UNIVERSIDAD DEBE CERRARSE, y esto no es una contradicción ni un desdecirse de la lucha por la calidad que llevamos desde hace años. 

 

Todo lo contrario. Si vemos el espectro educativo del país, uno en el que el Estado ha sido incapaz de llegar a todos los rincones de la patria con establecimientos educativos, no solo universitarios, sino también secundarios y básicos, coincidiremos en que el contingente privado en la educación, es indispensable; para ello bastaría analizar tan solo las zonas suburbanas de ciudades como Guayaquil, y no nos referimos a los más remotos sectores rurales, para entender de lo que estamos hablando, y mirar como el sector privado ha tratado de llenar esos espacios a los que la obra pública no ha llegado.

 

Pero, ya hablando exclusivamente de los temas universitarios, podemos afirmar que inclusive las universidades que no reúnen todos los requisitos de infraestructura física y  de capacidades profesionales, están cumpliendo un rol, y creando espacios para que muchos jóvenes puedan llegar a las aulas de una educación superior.

 

Por supuesto que las autoridades deben establecer parámetros, tener exigencias, buscar esa excelencia de la que hablábamos, pero también no es menos cierto que deben reglarse tiempos cumplibles y suficientes para que esos requisitos se llenen.

 

En países como Chile, que ha sido para el Ecuador un referente en muchos temas, los plazos son más amplios, los procesos de acreditación más profundos y concienzudos y cuando una universidad no ha alcanzado a llenar esos temas de la acreditación, no se cierra la institución, sino que más bien se exige a la institución de la que se trate, a que en su promoción o propaganda coloque que está en proceso o simplemente que no ha sido acreditada.

 

Así, no hay publicidad engañosa, y los alumnos o, en su caso, los padres de familia, sabrán a qué atenerse cuando se escoge uno u otro establecimiento educativo. La decisión de cerrar universidades, puede acarrear serios problemas, unos de hacinamiento en ciertos centros de educación superior, la no satisfacción de necesidades básicas por falta de presupuestos estatales, un empobrecimiento de la oferta educativa, el cierre de ventanas de oportunidades para jóvenes que no podrían matricularse en las universidades más conocidas o prestigiadas, en fin, la exclusión de muchos.

 

ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.

 

 

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