EL MUSEO DE LA MEDICINA DE CUENCA
El Tiempo
10 de marzo de 2015
Las visitas que de tiempo en tiempo realizo a mi ciudad, se ven matizadas y enriquecidas por la posibilidad de ver a los amigos, de dialogar, de recordar y añorar.
Pero hay espacio para ver o rever iniciativas, avances, pasear por las hermosas calles del centro histórico circundadas por las viejas casonas remozadas, deleitarnos con los paisajes incomparables de esta ciudad maravillosa que es Cuenca.
Una de las visitas que más me ha emocionado durante el recorrido de la semana pasada, fue ver el esfuerzo, el orden y la dedicación con la que se mantiene el Museo de Historia de la Medicina, donde se han guardado y se presentan para el estudio de las nuevas generaciones, los antiguos instrumentos, los equipamientos que en un tiempo fueron señal de modernidad, los frascos y las retortas en las que se guardaban los medicamentos, la infinidad de piezas que conforman un acervo cuidado con esmero y dedicación.
Hay hasta una antigua botica completa, la de la familia Olmedo, que generosamente ha donado al museo todos los objetos maravillosos que recrean los espacios a los que anteriormente se recurría en la búsqueda de...casi todo.
He paseado por los pasillos del antiguo hospital San Vicente de Paúl, aquellos mismos por los que caminaban los médicos de antaño, provistos de solemnidad pero también de calidad humana, haciendo los milagros que la ciencia a su alcance se lo permitía, pero también he visto hoy los esfuerzos de un pequeñisimo grupo humano, liderados por el médico Aurelio Maldonado Aguilar, para mantener este espacio de ciencia y de recordación, como es el Museo de Historia de la Medicina.
Sin presupuesto pero con enorme voluntad, pasión y sacrificio, se mantiene el museo, se intenta rehacer el jardín de hierbas medicinales, se organizan visitas para los estudiantes de medicina y para un público ávido de saber cómo se hacían antes las cosas, se mantienen impecables los espacios, las vitrinas, las muestras.
Sentí que la calidad y la capacidad de algunas personas puede hacer la diferencia. Lo importante es que la iniciativa se mantenga y no se vea entorpecida por una burocracia que no sabe de los esfuerzos voluntarios, de la entrega sin esperar una remuneración, de la pasión porque los ideales no mueran.
ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.