MÁS SOBRE LA EDUCACIÓN
La Hora
Abril-2016
La necesidad de mejorar la calidad de vida, de tener expectativas que superen la situación actual de todos, de las familias ecuatorianas, de cada uno de sus miembros, pasan por la educación, por ese legítimo afán de ser más, de alcanzar metas, de encontrar caminos.
Por ello nos preocupa la situación de la educación superior ecuatoriana, embarcada en reforma tras reforma, en exigencia tras exigencia, con lo que se está consiguiendo que ésta sea cada vez más elitista, que responda menos a los verdaderos quereres y sentires de los estudiantes y de las familias ecuatorianas.
Sabemos que innúmeros estudiantes van de universidad en universidad, intentando obtener un cupo, y que en ocasiones lo consiguen, pero en lugares distantes de aquel de residencia suya y de su familia, y que luego se siente en la obligación de resignar esos cupos conseguidos con tantos esfuerzos, porque su economía familiar no se los permite, porque frente al requerimiento de tener que alquilar un cuarto, de financiar su alimentación y todos los otros gastos que demanda un cambio de domicilio y el no estar bajo el amparo de su familia que le facilita las cosas, prefieren engrosar el número de los llamados "ninis", que ni trabajan ni estudian, o, a lo mejor consiguen un trabajo temporal, precario, mal remunerado.
Es esta la situación de los estudiantes, mencionando apenas que, en otros casos, optan por profesiones a las que no se sienten inclinados, por las que no tienen vocación, simplemente porque son aquellas en las que fueron aceptados o tienen más a mano, ya que la educación privada, generalmente costosa, no está al alcance de la mayoría de los jóvenes ecuatorianos, más aún cuando se ve que la economía familiar se va encogiendo gracias a las inconsultas medidas gubernamentales y también al dispendio de los recursos estatales, que en definitiva son los recursos del pueblo.
Es lamentable tener que escribir sobre situaciones como éstas, que alejan la esperanza de ver a nuestro país en las verdaderas vías del desarrollo, que dejan a las personas en la incertidumbre, o tal vez peor, con la certidumbre de que el descalabro económico está cerca y que no vemos que se tomen medidas acertadas conducentes a evitarlo o a solucionar lo que se nos viene.
ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.