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MIS RECUERDOS DE MUTIS

La Hora

2 de octubre de 2013

Tuve que hacer una larga cola en una librería de un centro comercial de Bogotá. Pero la espera y la cola valieron la pena. Se trataba de conocer a uno de los grandes de las letras de América. El colombiano Álvaro Mutis había anunciado que firmaría autógrafos en la librería y si bien yo tenía agendadas un par de actividades, hice el esfuerzo de moverlas para quedarme con la tarde libre.

 

También yo había sido invitada para presentar uno de mis libros en la famosa Feria del Libro de Bogotá. Transcurría el año 1992, yo ejercía las funciones de Subsecretaria de Cultura, pero la invitación no se debía a mi desempeño burocrático, sino a mi trabajo como escritora.

 

Llevaba un par de libros del autor en mi mano, uno La nieve del Almirante que pensaba regalárselo a mi padre, y otro, Ilona llega con la lluvia que quería con su autógrafo para mí. El autor entablaba diálogo con cada persona que le solicitaba un autógrafo, un breve cruce de palabras.

 

Cuando le comenté que era ecuatoriana, me preguntó de inmediato por su gran amigo Alfredo Pareja Diezcanseco, le emocionó saber que lo conocía y que había dialogado con él unos pocos días atrás. Me dijo que había estado en el Ecuador en varias ocasiones y que le gustaba mi país.

 

Tuvo la gentileza de regalarme otro libro, que se lo hice dedicar para un amigo.

 

Detrás de mí los otros lectores de Mutis esperaban con paciencia. Sus recuerdos de Quito, del Ecuador en general, estaban frescos en la memoria del escritor que residía en México.

 

Fue cálido el apretón de manos, Tenía la intención de invitarlo a visitar nuevamente el país, desafortunadamente esa invitación no se concretó.

 

Ahora me enfrento a su muerte, a los noventa años cumplidos. Su personaje Maqroll el Gaviero es universal, uno de los mejor logrados de la literatura.

 

Mutis hará falta en el contexto de la gran literatura latinoamericana, obtuvo varios premios pero el Nobel le fue esquivo, a diferencia de su compatriota y amigo, Gabriel García Márquez, quien seguramente echará de menos al amigo leal y al contertulio de habla chispeante y obra extraordinaria.

 

 

ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.

 
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