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Mientras haya una mujer maltratada

ROSALÍA ARTEAGA SERRANO

Han pasado los años desde que se decidió que el 8 de marzo iba a ser un día dedicado a recordar las luchas de la mujeres y a celebrar la igualdad, sin embargo de ello, y a pesar de que el ser humano ha alcanzado cumbres insospechadas de avances en la ciencia, en la tecnología, en la conquista de los mundos, sentimos que la tan cacareada igualdad dista mucho de serlo.

 

Y aquí van unos cuantos razonamientos que lo prueban y que pasan por estadísticas que no es necesario mencionarlas pero que nos dicen que todavía, en este siglo XXI, el lugar más peligroso para una mujer continúa siendo su mismo hogar, el paterno donde sufre violaciones y malos tratos, el propio, el que ha construído en conjunto con su esposo o conviviente, en donde también sufre malos tratos y violaciones, en donde es acosada de manera física, sexual, psicológica, en donde todavía corre peligro hasta de perder la vida, como lo demuestran los innumerables casos de femicidio que cada día se cometen en el planeta.

 

Por ello, mientras haya una mujer maltratada, alguna a quien se le discrimine por el solo hecho de serlo, una a quien se le pague un salario o remuneración mejor, por su condición sexual, una a quien se le niegue el ascenso o el acceso a un espacio de poder, una a quien se le conculquen sus derechos, una que muera lapidada o que sea condenada por delitos que se castigan solo en las mujeres, una que no pueda levantar el rostro o descubrírselo, una que no pueda decidir cómo y con quien vive, una que sienta que los "piropos" que se le lanzan son como pedradas en su cara, una que no tenga acceso a la educación o a la salud, a una vida de calidad, nosotros, las otras mujeres debemos seguir protestando, elevando la voz para que cesen las inequidades y podamos vivir en espacios dignos y en los que se practique la igualdad.

 

Cada ocho de marzo nos sirve de recordatorio, para no olvidar, pero también es cierto que todos los días deben ser de lucha y de consecuciones en este camino trazado de conseguir igualdad de acceso, de oportunidades, de retribuciones, pero sobre todo de respeto, de confianza, de seguridad.

 

Las celebraciones y los días dedicados sirven para eso, para reflexionar, hacer una pausa, celebrar las conquistas y continuar en la demanda de condiciones más adecuadas para la vida mejor de mujeres y de hombres.

 

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