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LOS PUEBLOS Y LOS GOBIERNOS

El Tiempo

16 de junio de 2015

 

Dicen que todo tiene límites, inclusive la paciencia de los pueblos, y esto parece ser verdad cuando advertimos la intensidad de las marchas ocurridas a lo largo y ancho del país durante la semana pasada, en las que puede apreciarse no solo una heterogenea composición sino una multitudinaria participación de personas de los más diversos sectores.

Las razones de la participación son también igualmente diversas, van desde la inconformidad con las nuevas normativas anunciadas respecto a los impuestos a la herencia, el tratamiento del tema de la plusvalía, que no solamente despoja a los ciudadanos de la ganancia que pueden hacer en la negociación de bienes raíces, sino que también toma funciones que les corresponden a las municipalidades; pero que van también más allá, hacia el descontento de los profesores por la absorción de su fondo de ahorros por el IESS, por la intranquiidad de varios sectores de profesionales, así como por la desconfianza en cómo marcha la economía del país ahora que ingresamos en época de vacas flacas.

Hay otras marchas anunciadas, con protagonismo diversos, pero se entiende que el protagonista número uno es el pueblo que se cansó, que se hartó de un sistema en el que las libertades individuales tienen riesgos para su concreción, en el que la voluntad de quien gobierna tiene primacía sobre la de los gobernados, en el que existe ya un divorcio marcado entre uno y otros.

Un gobierno que tiene su extracción en la voluntad popular, no puede desoir los clamores  y pensar que son el fruto de una oposición orquestada. Por ello es necesario que quienes están encargados de definir las políticas públicas no dejen de prestar atención a lo que se ha transformado en clamores de un vasto sector de esos mismos electores, de ese pueblo que tiene como forma de manifestación el salir a la calle para decir su verdad.

Un gobernante prudente no puede desoir lo que se dice en las calles, lo que se clama en los parques y en las plazas, lo que se expresa a través de los medios de comunicación no gubernamentales.

 

 

 

 

ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.

 

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