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MANDELA

El Tiempo

17 de diciembre de 2013

 

Sin lugar a dudas, ríos de tinta han corrido para exaltar la personalidad del líder Sudafricano y Premio Nobel de la Paz, Nelson Mandela, cuyo fallecimiento tuvo repercusiones mundiales y convocó para rendirle tributo a los líderes más importantes del mundo. 

 

La verdad es que Mandela, en su vida dio testimonio de su espíritu conciliador, y pese a haber sufrido él mismo el dolor de la prisión, los escarnios del apartheid, buscó los espacios en los que los sudafricanos podían unirse, para acabar con una política despiadada, segregacionista, que partía a la sociedad en dos.

 

Cuando llega al poder en calidad de presidente de Sudáfrica, sus ojos no se vuelven hacia el sufrimiento acumulado para ejecutar venganzas, es él quien tiende la mano a quienes le oprimieron y busca caminos de concordia.

 

Mandela vive una de aquellas vidas que pueden ser consideradas como ejemplares en su visión pública, y efectivamente sirve como paradigma para muchos, dejando un legado que debe servir de inspiración en medio de este mundo en el que la intolerancia se hace presente y se aspira satisfacer las ambiciones personales antes que las de su colectividad, de su pueblo.

 

Claro que lo importante, además de rendir tributo a su memoria y a su obra, es seguir sus enseñanzas, dejar de lado los rencores y odios que se van acumulando y envenenan a quienes los guardan, para pensar en los temas comunes, en las conciliaciones, en el trabajo conjunto.

 

Nelson Mandela es la síntesis de lo mejor que hay en el ser humano:  generoso, conciliador, ecuánime, no vengativo, pensando en el bien común antes que en sus ventajas y beneficios personales.  Por eso podemos decir que es de aquellas personas que no morirá, ya que su memoria y ejemplo perdurarán por siempre.

 

La figura de Mandela alcanzó relieve gracias a su lucha por acabar con el apartheid, pero su ejemplo va más allá porque aparece como un símbolo de lucha contra la injusticia, sin caer en los personalismos.

 

Que el legado de Mandela no se pierda, que crezca y se robustezca en un mundo que tanto lo necesita.

 

 

 

ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.

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