LLORAR POR TI
La Hora
16 de abril de 2015
Las pantallas de televisión reproducen los crímenes que se cometen en los campos de guerra, en las ciudades sitiadas, en las que van cayendo en manos de los fanáticos integristas musulmanes, de esas hordas que acaban con la vida humana, que persiguen a todo lo que no se pliegue o que sea considerado lo suficientemente adecuado a su espantosa prédica que acaba con lo diferente, con lo que no solo religiosa, sino culturalmente les huela a no puro en el sentido musulmán.
Hemos asistido con horror a la masacre de las personas, a las persecuciones y muertes de cristianos, de católicos, inclusive de los mismos musulmanes que no se suman a los grupos extremistas y hemos visto también el éxodo de poblaciones enteras escapando de la muerte, del martirio.
Ahora estamos asistiendo a otro tipo de muerte, a la desaparición de objetos artísticos invaluables, a la penetración en museos con retroexcavadoras y dinamita, pero también con picos y palas, destruyendo los mosaicos, las obras de arte de siglos en el antiguo Irak, a semejanza de lo ocurrido con los grupos talibanes que destruyeron a los magníficos Budas de Bamiyán, es ahora la antigua capital asiria , la que no solamente es saqueada por los integrantes del estado islámico (EI), sino que también ingresan a los museos, a los que inicialmente saqueaban para vender las obras y obtener recursos para su revolución, pero que ahora, con una especie de furia salvaje están destruyendo obras que son parte del patrimonio cultural universal.
Será que el mundo tiene que seguir llorando sin posibilidades de modificar esos horrores esa destrucción sistemática de las mismas consecuciones del talento humano? será que no somos capaces, con toda la moderna tecnología, los inventos, los avances en el conocimiento, de parar la ola de muerte y de destrucción que acompaña a las hordas fanáticas y salvajes?
Será que solo podemos llorar impotentes, ahora por Irak, como antes lo hicimos por Afganistán y por tantos otros lugares que son el teatro de la guerra, de la intolerancia, de la muerte?
ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.