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LÍDICE Y EL HOLOCAUSTO

La Hora

13 de febrero del 2014

Hace unos pocos días, tuvo lugar una conmemoración en un colegio de la ciudad de Quito, una conmemoración que concita el interés de muchos y que tiene que ver con uno de los capítulos más tristes y dramáticos de la historia de la humanidad, uno que no podemos ni debemos olvidar.

 

Fue la masacre realizada contra un pueblo entero, en medio de los avatares de la segunda guerra mundial, en la que el nazismo, creado por la mente criminal de Hitler, trató de aniquilar de la faz de la tierra al pueblo judío. Más de seis millones de judíos murieron de manera sistemática, otros vivieron historias de horror en los campos de concentración, fueron marcados de por vida, en medio del más pavoroso genocidio que podamos recordar.

 

Dentro de toda la terrible historia, hay episodios que revisten una especial dureza y que, por lo tanto, son recordados con mayor detalle y precisión; uno de ellos fue la masacre cometida en Lídice, una pequeña población checa, que fue completamente arrasada por los nazis, sin tener consideración con los niños, los ancianos.

 

Esa masacre de Lídice fue reconocida en el caso ecuatoriano, con la nominación de una plaza con su nombre, desafortunadamente nunca llegó a realmente usarse el nombre de la plaza, por lo que la sociedad judía, las víctimas de la persecución nazi que todavía viven en el Ecuador, los jóvenes estudiantes de diversas instituciones educativas, están en la búsqueda de una plaza en la que se recuerde el hecho y se coloque un monumento conmemorativo que ya se encuentra elaborado.

 

Creo que es un deber de las autoridades municipales el otorgar ese espacio y el colocar el monumento con la solemnidad que el caso requiera.

 

En algunos países un lobby que no tiene justificación, ha logrado retirar hasta de los textos de historia que se estudian en las escuelas, la referencia al Holocausto; situación que no puede generalizarse, porque por más presiones que existan, la evidencia de la historia demuestra que estos capítulos tenebrosos de la humanidad, deben recordarse, para evitar que vuelvan a repetirse.

 

 

ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.

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