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LA LÓGICA EN LA ESCUELA

El Tiempo

4 de agosto de 2015

 

La intranquilidad de los padres de familia, cuando se trata de la iniciación de un nuevo período escolar, se pone de manifiesto periódicamente, sobre todo cuando los establecimientos educativos a los que estaban acostumbrados a enviar a sus hijos, han desaparecido, se han fusionado o aparecen incrustados dentro de otros.

 

Hay quienes piensan que todo cambio es positivo, pero cuando nos enfrentamos a situaciones puntuales en las que el afán de cambio no atiende a las reales necesidades de los usuarios del sistema educativo, es decir los estudiantes, caemos en distorsiones y también en el incremento del nivel de preocupación de quienes tienen a su cargo a los niños y jóvenes en edad escolar.

 

La urgencia de hacer modificaciones, lleva a caer en el error de pensar que aquellas escuelitas pequeñas (y nos estamos aquí refiriendo a las públicas, no a las privadas), son menos eficientes que las grandes instalaciones educativas, con canchas enormes, con infraestructuras que brillan y deslumbran, pero en las que se pierde el contacto directo entre los maestros y los niños y por ende también con los padres de familia, con lo que vemos que los niños y jóvenes pasan a engrosar el número en las estadísticas, pero no se obtiene lo mejor de los educandos con ese contacto más personal, más directo que hace que cada estudiante sea alguien más cercano y se tenga una educación personalizada.

 

Por supuesto no estamos en contra de las nuevas tecnologías ni de la infraestructura moderna, pero sí de la confusión generada con las fusiones que no se comunican de debida manera, con el incremento de tiempos de transporte desde los hogares a los centros escolares, a pretexto de la fusiones y de los traslados, lo que seguramente repercute en el rendimiento escolar y en el apego que los estudiantes deben sentir por sus escuelas.

 

Si a esto se suma el que otra vez estamos inmersos en nuevas reformas que modifican el currículo, provocan cambios en los textos educativos, asistimos a un poca profundidad e incidencia real en la calidad de la educación, que siempre seguirá siendo uno de los postulados por los que luchamos de manera permanente y no coyuntural.

 

Si sabemos que los chicos cuando terminan la educación básica, deben saber manejar de manera correcta su propio idioma, aprender la lógica matemática a través de las operaciones básicas, desarrollar su inteligencia, y tener bases profundas en valores y actitudes, además de amar a su país y practicar la tolerancia para la diferencia, estamos tocando puntos básicos que lo más importante que requieren es maestros con mística, pasión y conocimiento.

 

 

 

ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.

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