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LAS DEUDAS SON DE NOSOTROS...

La Hora

3 de julio de 2014

 

La sabiduría popular se manifiesta incluso en las letras de las canciones, como en aquellas que recuerdo parafraseando al gran Atahualpa Yupanqui: "...las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas...", haciendo alusión a que al pueblo le quedan solo las deudas, las penas, las tristezas, mientras a los fuertes, al gobierno, a los que más tienen, les quedan los beneficios, es decir,  las vaquitas...

 

Estas reflexiones se me vienen a la cabeza cuando sentimos que el endeudamiento del estado ecuatoriano sigue avanzando, en contradicción a lo que se propuso a inicios de este gobierno, cuando se redujo sustancialmente la deuda pública, y se habló de no recurrir a los prestamistas usuales, a aquellos que, según palabras del gobernante, se había llevado al país en peso, imponiéndole condiciones y cobrándole intereses usureros.

 

Ahora, no solamente que hemos "diversificado" las fuentes de financiamiento, sino que también hemos variado las formas de consecución de dinero, por ejemplo pignorando el oro de la reserva nacional a conocidos prestamistas como Goldman Sachs, famosos representantes de la banca de inversión, estamos recurriendo a préstamos de las instancias e instituciones que antes se denigraban, sino que tenemos fuertes obligaciones con países como China, a quienes hemos ya comprometido una importante parte de nuestro petróleo, producto en el que todavía se basa buena parte de la economía nacional y gracias a cuyos altos precios se han podido hacer millonarias inversiones en el Ecuador. 

 

La pregunta es sobre lo  que vendrá después, cuando ya no tengamos el oro, cuando el petróleo disminuya en cuanto a volúmenes de extracción, cuando el peso de la crecida burocracia estatal se vuelva insostenible y nos cobre la factura. Quién entonces podrá salvarnos de la debacle? Cómo vamos a responder a los acreedores y sobre todo ante las necesidades de un pueblo? Cómo podremos dinamizar nuestra economía? 

 

Tal vez la respuesta está en la letra de la canción, en la que habla de las vaquitas ajenas y de las penas y las deudas nuestras, la del crédulo pueblo ecuatoriano.

 

 

ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.

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