LA FARRA DE LA DEMOCRACIA
La Hora
11 de enero de 2012
Las palabras y expresiones vertidas por el Primer Mandatario Ecuatoriano, siempre despiertan eco, e indudablemente marcan la agenda inclusive de los vilipendiados medios de comunicación, en donde se comentan sus haceres y sus decires.
Por más que en esta columna hemos intentado no caer en esta especie de juego maquiavélico, es indudable que la reciente expresión referida a que "...yo no sé si la equidad de género mejora la democracia, lo que si es seguro es que ha mejorado la farra impresionantemente....", seguido de alusiones al largo de la falda de las asambleístas, merece nuestro comentario y rechazo; si a eso se suma la referencia a sus "diosas del olimpo", con que a veces trata a sus ministras, indudablemente configura un tratamiento absolutamente inadecuado, hasta peyorativo al sector femenino de sus propias colaboradoras.
El irrespeto y la minusvloración de la participación de la mujer, rebasa la ofensa directamente dirigida en contra de sus colaboradoras del género femenino, y va más allá, encasilla la participación histórica de la mujer ecuatoriana y de otras latitudes, en el ejercicio de sus derechos cívicos y políticos, limitando esa participación a la de elementos decorativos o útiles simplemente para mejorar la calidad de la "farra".
O habremos de interpretar que la democracia se reduce a eso: ¿a una farra perpetua? Claro que en algunos momentos, como en la permanente campaña electoral, no andaríamos descaminados si percibimos esa similitud y hasta simbiosis, si se piensa que democracia está constituida solamente por actos electorales, por eventos de promoción personal, por ruidosas caravanas, mítines, espectáculos públicos.
Sin pensar que la democracia va mucho más allá, que democracia es división de poderes, alternabilidad en el ejercicio del poder, capacidad de servicio despojándose de las ambiciones personales. En fin, las expresiones que comentamos, realizadas en uno de los enlaces presidenciales, ameritan, más que una disculpa pública, un análisis hacia el interior del propio gobierno, del real rol de las mujeres en la constitución de la democracia, en el ejercicio del poder, en la importancia de la incorporación, luego de larga y dura lucha, de las mujeres en la toma de decisiones, en participación, en trabajo multiplicado, en mejora de la calidad de vida, en fin, en una serie de parámetros y variables que es absolutamente miope el obviar o minusvalorar.
ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.