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LA REFINERÍA DEL PACÍFICO

La Hora

Enero-2016

 

Parece un cuento de nunca acabar, se colocaron varias primeras piedras, hubo cuestionamiento al lugar donde debía ubicarse el proyecto simbólico, en el que

se juntaban los esfuerzos de los dos abanderados del socialismo del siglo XXI, los gobernantes de Venezuela y Ecuador, Chávez y Correa, se habló de impactos ambientales, pero sobre todo de la gran deuda que este proyecto le iba a generar al país.

 

Los ritmos fueron extremadamente lentos, tanto que la bonanza petrolera dejó de ser una realidad positiva y se transformó en un crudo desobligo y desaliento, con los precios del crudo muy bajos, sobre todo si los comparamos con los de un reciente pasado.

 

Los movimientos de tierra se alargaron, el sentido común nos dice que la obra cuesta más de lo que se puede obtener de ella, cuando ni siquiera las reservas de crudo garantizan un flujo adecuado de materia prima para volver rentable a la obra colosal.

 

Los argumentos en contra de avanzar en una obra que suena a innecesaria en los actuales momentos, son plenamente válidos, y sin embargo la obcecación persiste, el deseo de realizar obras mastodónticas que perpetúen el nombre, a costa del endeudamiento presente y futuro de un pueblo que ya está perdiendo las esperanzas.

 

En época de vacas flacas, lo peor es recurrir a la "tarjeta de crédito", ya que solamente se tapa un bache para abrir otro. Se debe reevaluar la pertinencia de unas obras y destinar los recursos a reactivar el aparato productivo, de lo contrario entramos en una especie de túnel sin que veamos la luz al fondo del mismo.

 

ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.

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