LAS JOYAS DE LA ABUELA
El Tiempo
20 de enero de 2012
Cuando se quiere recalcar en lo valiosas que son las cosas para nosotros, había una antigua expresión que de alguna manera lo graficaba, se decía que eran como "las joyas de la corona", de igual manera, en las familias se lo asimilaba a "las joyas de la abuela". En todo caso, la connotación es la misma, y cuando la gente se refiere a que hasta se han consumido o gastado esas valiosas joyas, quiere decir que hay problemas, porque se comió o gastó lo más valioso que se tenía.
Hace unos días escuché, de pasada, en alguna de las radios, una entrevista a alguien que no identifiqué, que usaba esas expresiones, para referirse a lo que está ocurriendo en el Ecuador en los temas financieros, y me pareció sumamente interesante el símil, para describir la bonanza que estamos viviendo, lo que le da aliento a este gobierno y los deseos de repetir la dosis, es decir de continuar en el poder por largos años más.
Si bien todos sabemos que la bonanza petrolera es lo que le permite al régimen tener cuantiosos recursos económicos, también se sospecha que hemos empezado, en los últimos años, a pedir dinero a la China a cambio de las reservas petroleras, lo que constituye un mecanismo peligroso, porque quiere decir que comprometemos el futuro del Ecuador; si a eso se suma también la noticia de que se quieren cobrar regalías anticipadas a las compañías mineras, el riesgo aumenta, porque los futuros gobiernos ecuatorianos y por supuesto el pueblo de nuestro país, nos vamos a encontrar con las manos atadas por contratos cuyos beneficios ya nos hemos consumido.
Esto podría significar que lo que hoy es abundancia, significa hambre para mañana. La falta de previsión, de fondos que garanticen un mínimo de seguridad, nos hace entender que el futuro será mucho más incierto, o más bien que hay certeza de que el futuro no será bueno.
Si tenemos además una burocracia que engorda, unos gastos corrientes enormes, un dispendio de los recursos del estado realmente cuantiosos, el futuro no aparece nada halagüeño para los ecuatorianos. Es efectivamente como si nos estuviéramos gastando y comiendo las joyas de la abuela.
ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.