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IMPORTANCIA DE LA HISTORIA

El Tiempo

27 de enero de 2015

 

Tuve la suerte, durante largos años, de dictar clases de historia en un colegio de Cuenca, de preparar mis lecciones hurgando en esa riquísima cantera del conocimiento que es el estudio de la historia, no solo para saber de dónde venimos, que es muy importante, sino también para descubrir hacia dónde vamos, cuál es el futuro de la humanidad, basada en las raíces profundas de los orígenes, y, desde luego, no volver a repetir los errores cometidos más que como individuos, como grupo, como seres humanos, como especie inclusive.

Ese conocimiento de la historia arroja siempre fascinantes descubrimientos, como cuando sabemos por ejemplo, que el cacao, una especie de teobroma, es originario de la Amazonía ecuatoriana, o cuando también nos enteramos que un historiador alemán llamó a los antiguos valdivianos, habitantes de la Península de Santa Elena, como los griegos de América, por el papel difusor que cumplieron en esta parte del mundo, dando a conocer sus avances a través de los viajes que emprendieron con una navegación de cabotaje por las costas del Pacífico.

La historia nos proporciona identidad, nos hace valorar el pasado, las raíces, pero, como también lo enunciaba en el párrafo anterior, evita que cometamos los errores que tan caro le han costado a los seres humanos, a las familias, a los países, a los continentes, al planeta en su conjunto.

Así, los recientes acontecimientos terroristas ocurridos en Francia, en Bélgica, y que prácticamente han puesto en pié de guerra a los países de la Europa Occidental, deben hacernos mirar qué ocurrió en esa parte del mundo hace siglos, cuando las guerras de religión aniquilaban a los pueblos, destrozaban a las juventudes, hacían retroceder a la humanidad, saber que los temas de diferencias religiosas solo pueden ser superados cuando hay capacidad de diálogo, cuando se dejan de lado los sectarismos, cuando se ejerce la tolerancia como una virtud capital que desafortunadamente ha sido descuidada dentro de los sistemas educativos.

El estudio de la historia tiene que partir de una óptica de comprensión, de apertura, de valorar lo nuestro sin dejar de hacerlo con lo que los otros hacen.

El mundo y la forma de vivir de la gente deben mirarse desde la visión de un respeto hacia el otro, de tal manera que, cuando se minusvalora la historia dentro del análisis de los pénsums de estudio escolares, se está obrando con una miopía que nos puede costar, que nos está constando ya muy caro.

 


 

ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.

 

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