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CRISIS HUMANITARIA

La Hora

3 de septiembre de 2015

 

Es verdad que el mundo está plagado de malas noticias, parecería que ahora más que nunca se ponen de relieve los bajos instintos de los seres humanos, que han olvidado el amor, la solidaridad, la tolerancia, el respeto a la diferencia, y que por lo tanto persiguen a otros seres humanos con saña, con rabia, con odio.

Tal es el ejemplo de lo que ocurre ahora, en estos momentos, con los refugiados sirios que tratan, a como de lugar, de encontrar un espacio en una frágil embarcación o caminan por semanas y hasta meses tratando de buscar un lugar seguro.

Pero el día de hoy queremos referirnos a algo que ocurre muy cerca de nosotros, aquí en nuestra América Latina, cuando la decisión del autócrata que gobierna Venezuela, pone fuera de las fronteras de su país a cientos, tal vez miles de colombianos que habían venido residiendo en el país vecino, algunos desde mucho tiempo atrás, otros también huyendo de la violencia secular que azota a Colombia.

Las imágenes de la televisión son dramáticas, los colombianos con sus pertenencias a cuestas cruzan el río Táchira para llegar a Colombia, algunos con la esperanza de regresar a sus hogares, luego de que pase esta situación inusual, otros dejando atrás un pasado del que tal vez no quieran acordarse.

Los sevicios de recepción y acogida a los refugiados se han desbordado, los epítetos suenan en los dos lados de la frontera, los presidentes y expresidentes han tomado partido. Pero al margen de la situación política está el drama humano, la crisis humanitaria que se vive en la zona y que apela a los sentimientos de solidaridad de unos y de otros.

El gobierno de Maduro tiene la palabra, para demostrar que la tan cacareada solidaridad continental no se queda tan solo en palabra.

 

 

ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.

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