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¿HASTA CUÁNDO PADRE...?

La Hora

23 de mayo de 2013

Seguramente todos recordamos esa famosa leyenda quiteña, cuando es el crucifijo el que le habla al cura ranclado del convento, y que bien puede aplicarse, como un signo de interrogante desesperada por parte de miles de maestros ecuatorianos, que ya cumplieron la edad y los años de servicio, y que están esperando que se les pague los derechos de jubilación que les pertenecen por el monto de sus aportaciones.

 

Efectivamente, durante muchos años los profesores ecuatorianos, pagaron un 5% extra de su salario mensual, para tener acceso a lo que se llama la Jubilación Adicional, que fue creada como un mecanismo compensatorio para mejorar de alguna manera la Jubilación de los maestros.

 

Dicha jubilación debe pagarse conjuntamente con la jubilación regular, y así se había venido haciendo, hasta que el afán de unificarlo todo, de centralizarlo todo, ha dejado a miles de ciudadanos ecuatorianos sin este beneficio, por el que personalmente pagaron por anticipado.

 

En este sentido, la Jubilación Adicional, viene a ser una especie de tabla de salvación para muchos maestros de menguadas economías, cuyas jubilaciones en pocos casos superan los 500 dólares mensuales, que no les alcanzan para vivir con dignidad o para financiar los costos de las medicinas en las que muchos tienen que invertir.

 

Los maestros no se han cruzado de brazos, se han organizado, salen en marchas, elevan reclamos, asisten a juntas, solicitan audiencias, en fin, hacen todo lo que está en sus manos, para exigir sus derechos, aunque la triste realidad es que ya algunos centenares han muerto en el camino, sin poder ejercerlos. Es lamentable que el IESS no cumpla con su obligación, con fondos que existen y que fueron aportados en su momento por los maestros. Hay ya una carga de muertos que no se pueden eludir, y hay también un clamor de los mayores, de los viejos, de los ancianos, que no se debe desoir.

 

 

 

ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.

 

 

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