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HABLAR SOBRE LA PAZ

La Hora

28 de agosto de 2014

 

La madurez de los habitantes del planeta se pone a prueba con cada conflicto, con cada conflagración en algún lugar de la tierra; parecería que no avanzamos y que valores como la tolerancia y el respeto se dejan de lado con demasiada frecuencia para atender apetitos de poder, para dejar sentir la fuerza en las acciones, para aplastar a los más débiles, para tratar de convencer por la fuerza en creencias, en religiones, en culturas.

 

La convivencia pacífica se pone en riesgo en cada ocasión en que uno, sintiéndose más fuerte, avasalla, ataca a los más débiles. Esto ocurre tanto a nivel personal, como en los grupos y hasta en los países o bloques de países.

 

Hace no mucho, precisamente en este año, hemos tenido una trágica celebración, la de la Primera Guerra Mundial, un conflicto que se extendió a nivel planetario, que masacró a millones de personas, que dejó desabrigados a otros tanto, que hizo retroceder las economías y que además dejó sembradas las semillas de otra gran guerra.

 

Frente a los datos espeluznantes que los conflictos armados nos dejan, creo que vale la pena meditar en el imperio de la razón frente a la fuerza, en la necesidad de tener espacios adecuados para el crecimiento de los niños y de los jóvenes y para el descanso de los ancianos. Unir los esfuerzos colectivos en la búsqueda de soluciones a los problemas que como humanidad tenemos, los que se derivan de la sobrepoblación mundial y del uso indiscriminado de los recursos naturales, los que provienen de la necesidad de alimentar a todos los seres humanos, los que vienen traídos de la mano por lo que llamamos el calentamiento global.

 

Ojalá las instancias de pensamiento se impongan, que no tengamos que recurrir a la fuerza y que la violencia sea erradicada. Puede parecer ingenuo pensar así, pero, ¡qué mejor sería el mundo si esta clase de ingenuidad se generalizara!

 

 

 

ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.

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