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ESO DE PEDIR PERDÓN

El Tiempo

17 de marzo de 2015

 

La expresión del presidente venezolano Maduro, impetrando que el presidente norteamericano Obama pida perdón a Venezuela por sus recientes declaraciones en las que tilda a Venezuela como amenaza para los Estados Unidos, entra dentro de la especie de tendencia vigente en nuestros países latinoamericanos de que a cada instante, inclusive frente a decisiones judiciales, se anuncia que se desistirá de continuar con los procesos o de la ejecución de la sentencia, si se pide perdón al presunto agraviado; a quien se pone en aprietos, porque prácticamente lo obligan a desdecirse de lo dicho, a anunciar que lo que hizo no tenía ninguna razón, y por lo tanto, a una suerte de humillación pública, a una especie de colocar a la persona en cuestión en medio de la plaza pública, como se acostumbraba en la edad media, en jaula con barrotes, para recibir el vilipendio de los transeúntes y tal vez de los corifeos de la autoridad o autoridades que aparecen como triunfantes.

Al margen de las razones que haya podido esgrimir Obama para su declaratoria frente al cuestionado régimen que gobierna Venezuela, e inclusive a las que pueden interpretarse por las recientes acusaciones a algunos de sus jerarcas por sus vinculaciones con el narcotráfico internacional y el lavado de activos; vale la pena detenernos por algunos instantes en aquello de "pedir perdón", que es el motivo de este artículo.

 

Pedir perdón significa que tal vez hemos sido deliberadamente malos con alguien, entraña casi que meterse con el ámbito de lo religioso o con las relaciones de pareja, en la que muchas veces se hace las paces con esa actitud de pedir perdón.

 

Sin embargo pedir perdón dentro de otros ámbitos aparece como algo voluntario, que nace de la reflexión de la persona que ha hecho un mal, y que quiere repararlo impetrando ese perdón, que también se concede de buena voluntad. Pero aquello de la pedida de perdón pública obligatoria, como un mecanismo de reparación viene a ser algo, al menos, como traído por los cabellos.

En el tema que comentamos y con los protagonistas del asunto, el presidente de los Estados Unidos y el de Venezuela, viene a ser poco oportuna esa especie de chantaje previa a la cumbre de las Américas, poniéndole por delante la reacción que tendrán sus amigos, que ya le han expresado su solidaridad, basados más bien en un espíritu de jorga o rosca, más que al de aquel que debe primar en las relaciones internacionales.


 

ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.

 

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