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TIEMPO DE ESCUCHAS

La Hora

23 de julio de 2015

 

Desde que se destapó el escándalo de Wikileaks, con el famoso Julian Assange, que puso en entredicho al país más poderoso del mundo, a través de la penetración en archivos secretos que revelaban las conversaciones, los correos electrónicos, pero que sobre todo ponían al descubierto una red de espionaje, de la que no se salvaban ni los amigos ni los conocidos, este tema, el de la violación de la correspondencia, se puso sobre el tapete de la discusión.

Luego vino el caso Snowden, del espía norteamericano ahora asilado en Rusia, y que también puso en aprietos a la diplomacia y a los servicios secretos norteamericanos.

En los dos casos mencionados, la posición del gobierno ecuatoriano fue la de apoyar a quienes descubrieon los sistemas de escuchas, de espionaje, e inclusive se concedió asilo a Assange aún a costa de enfrentar a los poderosos y de los rubros económicos que seguramente algún día saldrán a la luz, de mantener al asilado a buen recaudo.

Sin embargo, ahora, cuando es el propio sistema denominado de wikileaks, el que pone al descubierto un sistema del que parece ser el gobierno ecuatoriano sería usuario, el de los llamados Hacking Team, a través de la Senaim, la reacción es diferente, cuando aparentemente son los ecuatorianos los víctimas del espionaje de su propio gobierno.

Nos preocupa por supuesto el tema de que los ecuatorianos sintamos vulnerada nuestra intimidad, pero también nos inquieta esa especie de doble moral o de doble juego, en donde por un lado se critica y por otro lado se cometen los mismos hechos que en otros se encuentran condenables. Parece que la vara de medir funciona de manera diferente, dependiendo de en quienes se usa y hacia quienes va dirigida.

 

ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.

 

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