EL RENACIMIENTO DE SAN CRISTÓBAL
El Tiempo
25 de enero de 2011
Escribo este artículo desde el archipiélago de Galápagos, aquel conocido desde antiguo como Las Islas Encantadas, el mismo en el que el científico inglés Charles Darwin concibiera su teoría de la evolución de las especies y de la selección natural.
Y me encuentro en la isla que sirve de asiento a la capital administrativa del archipiélago, la antigua Chatam, la isla San Cristóbal, la legendaria tierra en la que el azuayo Cobos construyera su imperio azucarero con la fábrica El Progreso.
Es la isla cerca de la cual se advierte imponente la roca, o más bien las rocas denominadas el León Dormido, a la vera de cuyos cortes verticales, se deleitan los turistas desde los barcos, los catamaranes y las fibras, o también se lanzan los más arriesgados a hacer snorkeling o buceo, para contemplar de cerca las miríadas de peces, los cangrejos adheridos, o también los silenciosos tiburones de Galápagos, o los tiburones martillo, que también abundan en sus aguas.
Pero, no es solamente a las maravillas naturales a lo que quiero referirme en este comentario, sino a la paciente labor que vienen cumpliendo sus autoridades, para desarrollar la vocación turística de esta zona, como una forma de mantener y preservar la naturaleza, pero al mismo tiempo que generar empleo y recursos para sus habitantes.
Es así que ha sido construido un magnífico malecón que es la cara de la ciudad para las embarcaciones que llegan a su orilla, y es también una carta de presentación para quienes viajan desde el cercano aeropuerto, sea que provengan del continente, o de la más cercana Santa Cruz, que es también otra de las puertas de entrada para quienes deseen visitar Las Galápagos.
San Cristóbal está decidida a mostrar su identidad, a mantener su singularidad como hábitat de numerosas especies endémicas y otras originarias, pero también en no escatimar esfuerzos en la búsqueda de mejores oportunidades de vida para sus habitantes, y por ello debemos congratularla.
ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.