MATRIMONIO INFANTIL
La Hora
14 de agosto de 2014
A veces cuesta creer que ya avanzado el siglo XXI se siguen cometiendo terribles atropellos contra los seres humanos, y son siempre los más débiles quienes más sufren, quienes se vuelven fácil blanco de los más poderosos, de los más fuertes.
Es el caso de lo que recientemente denuncia la primera Cumbre de la Niña organizada por UNICEF y el Reino Unido, para analizar la situación de las mujeres-niñas en el mundo y sobre todo en el mundo musulmán, en donde menudean los casos de mutilación femenina y también de matrimonios obligados o pactados por los padres de niñas menores de edad.
En esta cumbre se escuchó a las víctimas y también a activistas por los derechos de las mujeres como a la niña paquistaní Malala Yousafzai quien fuera terriblemente agredida por el solo hecho de defender su derecho a estudiar en una sociedad que es tremendamente dura y maltratadora con las mujeres. Malala salvó la vida solo de milagro y ahora es una abanderada de las luchas por los derechos.
Según datos de UNICEF, más de 700 millones de mujeres han contraído matrimonio en el mundo en contra de su voluntad, los datos estadísticos luego de los conflictos que se derivaron después de la llamada primavera árabe, demuestran lo peligroso que es ser mujer y ser joven en esos países.
Niñas menores de diez años son obligadas a casarse por sus propios padres, algunos argumentan que así las protegen de las agresiones. En la mayor parte de los casos, los maridos escogidos son bastante mayores a las niñas que desposan, 10, 20, 30 años mayores.
Ojalá estos foros de reflexión mundiales pongan en evidencia algo que ya se conocía pero que muchas veces no se denuncia.
Lo grave es que muchas mujeres, por ignorancia o por comodidad no son solidarias con este tipo de situaciones; el problema se va generalizando e inclusive al interior de las sociedades occidentales como las europeas, se toleran estas prácticas a fuer de ser denominadas "culturales" en la especie de guetos o sociedades cerradas en que muchas veces viven los inmigrantes que vienen de las otras regiones.
Las voces no deben acallarse a la hora de denunciar prácticas que no tienen nada que ver con el respeto a las culturas sino que son rezagos de opresión.
ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.