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EL VOLUNTARIADO

La Hora

18 de diciembre de 2014

 

Suelen ser los regímenes totalitarios los que tratan de uniformizarlo todo, empezando por la manera de pensar, las actitudes frente a la vida, la obediencia sin cuestionamientos a las órdenes emanadas desde la autoridad, en fin, la mayoría de aquellas actividades diarias de los habitantes de un determinado territorio.

Se tiende a olvidar que el ser humano tiende a buscar la diferencia, a tratar de distinguirse de los otros, a veces desde la misma infancia, en donde empezamos a apreciar la riqueza de los comportamientos distintos, de las formas diferentes de hacer las cosas, manteniendo por supuesto esa condición humana y rasgos similares o semejantes en las cosas que hacemos y decimos.

Uno de los aspectos que suele evadirse de esa intención de uniformización, es la capacidad de la gente de donar su tiempo para actividades discímiles, diferentes en muchos casos, de aquello que hacemos cuotidianamente, para lo que suele usarse el tiempo libre, aquel que se saca fuera de las jornadas de trabajo, a través de las cuales generamos los recursos que nos permiten salir adelante, mantenernos, financiar nuestras necesidades.

Es interesante pensar en que el voluntariado mueve una cantidad importante de recursos tanto humanos como económicos  y que se hace presente en los más diversos campos, pudiendo destacarse el que las mujeres somos más propensas a esa donación generosa de nuestro tiempo, como lo demuetran las miles de organizaciones vigentes en cada uno de los países.

El voluntariado es una forma muy antigua de solidaridad, y en los tiempos actuales ha encontrado la manera de institucionalizarse de manera cada vez más recurrente, a través de las denominadas organizaciones de la sociedad civil, lo que ha llevado a la existencia de leyes, de normas, de disposiciones que la regulan y que en algunos casos se vuelven tan controladoras, que desestimulan el ejercicio de ese voluntariado que tanto bien le ha hecho a la humanidad.

El exceso de controles y de regulaciones desmotiva el trabajo voluntario, los trámites engorrosos distorsionan la actividad, con lo que la sociedad sale perdiendo y los beneficiarios dejan de recibir esos importantes aportes.

Vale la pena reflexionar sobre estos temas en tiempos en los que ciertamente es cada vez más difícil el ejercicio del voluntariado.

 

 

ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.

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