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PARA QUE EXISTA DIÁLOGO

El Tiempo

28 de julio de 2015

 

La condición esencial para que exista un diálogo es, por lógica y sentido común, el que las partes implicadas en el asunto del que se trate, tengan real voluntad para conversar y llegar a acuerdos, y para ello se necesita el que se depongan actitudes, se abran los espacios, se disponga del ánimo adecuado y se establezcan unos parámetros que sean aceptados por todos los actores en este mecanismo de entendimiento que, en resumen, es el diálogo.

En las actuales circunstancias que se viven en el Ecuador, luego de las marchas, algunas de ellas multitudinarias, que se dieron previa la venida del Papa Francisco, y con discursos encendidos de parte y parte, parecería que en lugar de bajar el tono y pensar en cómo tranquilizar los ánimos y hacer un gobierno conciliador, las cosas se agitan y se revuelven, como hemos visto en el escenario de la Asamblea Nacional, en el que se critica y sataniza a un sector y al otro se lo deja como santificado y triunfante grancias al peso de los números, que parece ser es lo único que cuenta en dicho órgano legislativo.

Por otro lado, con un canciller de permiso, para activar políticamente, con muchos de los ministros de estado, fuera de sus tareas específicas, recorriendo el país en una clara labor de proselitismo, cabe la pena preguntarse si lo que se busca es solo un diálogo interno, entre los conocidos y hasta entre los convencidos, en lugar de buscar una gama más amplia de oportunidades de exponer ideas frente a quienes no están de acuerdo.

El anuncio de marchas, de levantamientos, frente a la poca atención que se presta y a la descalificación de los contendores políticos, hace presumir que el diálogo es unilateral, que los actores políticos que no son de la línea del régimen, no son tomados en cuenta o lo son de manera tangencial cuando se los critica y se les endilga calificativos nada honrosos.

Será entonces que el diálogo no prosperará? Estamos condenados a una política de enfrentamientos, nada constructiva, en medio de una crisis económica que se avecina, según lo que dicen los diferentes expertos, provocada por la caída de los precios del petróleo, cuyas perspectivas futuras luego del pacto de Irán con las potencias mundiales son nada halagüeñas, así como el servicio de una deuda que va creciendo de manera acelerada y de un descontento que se ha ido extendiendo a diversos sectores que se sienten afectados por el accionar gubernamental.

Las preguntas están planteadas, si no se encuentran puntos en común entre los diversos sectores, el país es el que pierde.

 


Bien por esta iniciativa, el Fondo de Cultura Económica de México, ha abierto sus puertas en Quito.

 

 

ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.

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