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DIFERENTE VISOR

La Hora

24 de octubre de 2012

 

Una reciente noticia sobre la muerte de más de cuarenta personas calificadas como "rebeldes" por parte del ejército ruso, capturó mi atención, y eso que venía en la décima página de un periódico nacional, que no estaba signada con grandes titulares y que solamente ocupaba la mínima fracción de una columna.

 

Mientras leía la noticia pensaba que si el caso hubiera ocurrido dentro del territorio de otro país, por ejemplo los Estados Unidos de Norteamérica, la situación se habría recogido de diferente manera; lo más seguro es que ocuparía los titulares de toda la prensa y que se harían críticas en todos los tonos y colores, del acontecimiento en mención.A qué se debe ese diferente tratamiento y visor de los hechos mundiales? A una antipatía manifiesta por la primera economía mundial? Todavía ocupa ese lugar el gran país del norte.

 

A que la propia media norteamericana se encarga de magnificar los eventos? A que la libertad de expresión permite que incluso las críticas internas a su propio gobierno sean inmediatamente reproducidas por los medios de comunicación?.

 

Esta reflexión sobre lo que ocurre en el panorama mundial y el tratamiento que se da a las noticias, dependiendo del lugar de donde provengan o se generen, me lleva a pensar en lo que está ocurriendo en nuestro país y el fuerte debate que se da lugar cuando analizamos las frecuentes agresiones que han sufrido los periodistas y los medios de comunicación en los últimos tiempos, cuando se pretende aprobar una ley que definitivamente coarta esa libertad de expresión y también cuando tantos medios de comunicación han sido acumulados en las manos del gobierno.

 

Volviendo al tema central de nuestro análisis, claro que las diferentes realidades ameritan enfoques diversos, pero es evidente que el tratamiento que se da a noticias que son relevantes luce evidentemente discriminatorio. La muerte, en cualquier lugar y circunstancia que se produzca, y más si es de decenas de personas, siempre causa conmoción y no se puede caer en el tratamiento banal o restarle importancia.

 

 

 

ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.

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