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DE MAYO Y EL AMOR 

El Tiempo

13 de mayo de 2014

 

Para muchos, sobre todo para quienes vivimos en el hemisferio occidental, el mes de mayo constituye uno especial; será tal vez porque en algunos países se ha desatado ya por entero la primavera, con toda su maravillosa explosión de colores, con las flores despidiendo sus perfumes, con los pájaros y la vida zumbando por doquier.

 

La Primavera significa una especie de renovación de pacto con la vida, con el futuro, con el hacerse de nuevo de la maravillosa creación.

 

Para los católicos es el mes de la Virgen, el consagrado a la madre de Jesús, aquella que simboliza el amor sin condicionamientos y también por ello es el mes de todas las madres, uno en el que miramos a la nuestra, a quien nos dio la vida, pero también a quien nos cuidó, nos guió, nos entregó su vida misma y se preocupa por nosotros a cada momento, no importa nuestra edad o nuestra condición.

 

Se dice, y con razón, que el amor maternal rebasa a todos los otros, es símbolo de entrega, de valores, de perdurabilidad, de infinitud; por lo que vale pensar en este amor más allá de un día dedicado, más allá del obsequio que se da en ocasiones solo por cumplir un formalismo, debe servir para pensar más en el valor de lo que significa este amor absoluto, del que no quedan dudas, que está siempre allí y para nosotros.

 

Por todo ello, mayo es ciertamente un mes como para vivirlo a plenitud, alegre, tibio, de recordaciones pero también de futuro, pleno de sonrisas, de festejos, de amor.

 

 

 

ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.

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