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DE CELULARES Y TECNOLOGÍAS

La Hora

31 de marzo del 2014

Hace un par de años, tuve la suerte de ser invitada a un Campus Google, en Mountain View, California, es decir a la sede de uno de los más importantes centros de conocimiento e innovación en el mundo. Por supuesto que allí la tecnología nos desborda, pude ver un prototipo de automóvil sin conductor, y hasta un pequeño submarino para dos personas, una especie de taxi para navegar dentro del agua. Y, claro, las más modernas computadoras, los software de avanzada.

 

Pero también me di cuenta de la importancia que le dan al tema de las humanidades, a la meditación, a la reflexión, al conocimiento humanista.

 

Inclusive allí supe que muchos de los más importantes directivos y técnicos de las diferentes empresas y emporios tecnológicos de esa zona de los Estados Unidos, a la hora de escoger una escuela para sus hijos, prefieren una en la que NO TENGAN computadoras, en la que la tecnología no esté presente a cada minuto en las aulas y que más bien haya espacios para la interacción personal, para que los niños y jóvenes realmente se conozcan, sin la intermediación de una máquina, para que los maestros sean escuchados y los alumnos atiendan y aprendan.

 

Claro está que estos niños, adolescentes, jóvenes, tienen toda la tecnología que quieren en sus casas y están, desde que nacen, familiarizados con el uso de las TICs.

 

Yo no estoy sugiriendo que en nuestras escuelas y colegios dejen de existir computadoras, centros de computación, acceso a la tecnología, a las bibliotecas virtuales, etc., ya que la realidad del Ecuador es bastante diferente y probablemente muchos niños no tienen en sus hogares el acceso a la tecnología, por lo que es una obligación del estado el proveerla a través de los centros educativos. Pero de lo que si estoy convencida es de que la tecnología no lo es todo, puede, inclusive en algunos casos, como por ejemplo en el hecho de permitir el uso de celulares en el aula, ser un instrumento de perturbación, de dispersión, de falta de concentración y de distorsionador del papel del maestro en el aula.

 

Creo firmemente en la importancia de la ciencia, de las modernas tecnologías, de la innovación. Creo en la necesidad de colocar la accesibilidad del producto de la ciencia al alcance de todos. Pero también creo en la calidad del ser humano, en la necesidad de interactuar, en la recuperación de valores, en el principio de autoridad de los maestros, en preservar espacios para que la simple voz y el contacto humano sean los mejores transmisores de actitudes y aptitudes.

 

 

 

ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.

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