PAÍS DE COLORES Y SABORES
El Tiempo
3 de marzo de 2015
He venido a México en múltiples oportunidades y siempre me he quedado cautivada por la calidez de su gente, pero también por el brillo de los colores que usan sus mujeres, por los bordados delicados en todos los matices y las gamas de los naranjas, de los verdes, de los rojos, amarillos y toda la paleta más rica que podamos imaginar.
Y sin embargo, son los sabores de México los que se me quedan más indeleblemente grabados en la memoria y en las papilas gustativas, y es que son las carnes sazonadas con primor, los panes de las más variadas texturas, los chiles que destilan y extraen los gustos a lo que acompañan, las variantes maravillosas de tortillas, las que se llevan la palma en la capacidad de recordación.
He tenido la suerte de recorrer algunas de las ciudades de esta vasta geografía mexicana, y en esta ocasión es eL viejo puerto de Veracruz el que me ha tocado visitar, un puerto de trascendencia mayúscula para la conquista española, hasta donde llegaban los barcos europeos, cargados de gente deseosa de las riquezas fabulosas del nuevo continente descubierto por Colón, y partían las naves repletas de las riquezas extraídas y que iban a engrosar las arcas y las codicias del viejo continente.
Veracruz huele a historia, su primer alcalde fue nada más y nada menos que Hernán Cortez, pero también aquí llegaron las tropas de la reforma, con Benito Juárez a la Cabeza, y aquí se dictaron muchas leyes, se constituyeron las políticas de avanzada del estado mexicano.
Y es Veracruz lugar de peregrinación para quien quiera conocer pasajes fundamentales de esta gran nación, que sigue luchando por erradicar las diferencias, pero también por conseguir la paz que tanto necesita para cumplir sus objetivos como conglomerado humano.
Los días se extienden perezosos a la orilla del mar, la gente se toma el tiempo para pasear por el zócalo en donde pegajosas se escuchan las notas de un danzón que ejecuta la marimba, las parejas se enlazan y bailan en la calle cual en extendida pista de baile. Los niños hacen volar unos globos, los textiles se extienden en sus puestos, los aromas de la singular gastronomía veracruzana nos hacen voltear los ojos goloros y romper todos los propósitos de mesura en el comer.
ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.