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LA CIENCIA COMO RESPUESTA

El Tiempo

6 de mayo de 2014

 

Hay mucha angustia sobre el futuro de la humanidad, motivada sobre todo por la evidencia de los cambios que se producen en el mundo; se ha vuelto prácticamente un lugar común el hablar sobre el efecto invernadero, sobre los cambios climáticos, sobre los desastres ambientales.

 

Todo eso es verdad, y probablemente más. Los miembros de los paneles intergubernamentales sobre el cambio climático, IPCC por sus siglas en inglés, son cada vez más pesimistas y anuncian que el deterioro es mayor al que pensábamos.

 

Pero, al mismo tiempo, y sin pecar de optimistas en este sentido, asistimos a tales cambios, a tantas revoluciones en el avance de las ciencias, de las tecnologías, de las innovaciones, que sentimos que hay un resquicio para la esperanza; tal vez mayor que cuando nos ponemos a pensar en cambios de actitudes de las gentes, en modificaciones de hábitos, que suelen ser tan difíciles, a no ser que sean obligados por la autoridad, con las penalidades consiguientes; o también atribuibles a la necesidad que surge precisamente del avance de la ciencia.

 

Ejemplos los hemos visto con la aparición de los diversos aparatos digitales, que privilegian el uso de determinados dedos y no de otros, el cambio de los comportamientos sociales provistos por los celulares, y así, una infinidad de otros que podríamos anotar.

 

Es en ese sentido que va el titular de este comentario, pues es la ciencia la que nos está dando respuestas sobre diferentes temas, que van desde la adaptación de máquinas para la utilización de los nuevos combustibles, hasta el pensamiento de que tal vez las primeras colonias se establezcan en Marte, cuando hay ya una fila de espera frente a la posibilidad de la partida sin retorno.

 

En este sentido, en el del avance de las ciencias, en la capacidad creativa del ser humano, podemos establecer expectativas ciertas de solución a problemas.

 

Por supuesto que esto que manifiesto, no puede hacernos caer en excesos de confianza y dejar de actuar responsablemente en nuestro entorno, pero si puede abrir una ventana de esperanza frente a lo que vendrá.

 

 

ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.

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