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CARTA LARGA DE ALMAGRO

El Tiempo

Enero de 2016

 

En estos días turbulentos, en los que, sin embargo, sentimos vientos refrescantes en la política de algunos países de nuestra América Latina, hemos visto con mucha simpatía la carta que le dirige el actual Secretario General de la OEA, el uruguayo Luis Almagro, al presidente venezolano Nicolás Maduro.

 

Carta larga, sin duda, pero que sintetiza el ideario de la Carta Democrática de la OEA y su propio pensamiento, uno en el que para que de verdad exista democracia, no puede haber ingerencia ni entorpecimiento de un poder sobre el otro; así, del poder Ejecutivo sobre el Legislativo, a propósito del desconocimiento de algunos diputados legalmente elegidos por el pueblo en el estado de Amazonas y a quienes se quería impedir el ejercicio del cometido para el que fueron designados por sus electores.

 

Es bueno ver a un Secretario General de la Organización de los Estados Americanos, demostrar que se puede tener independencia de pensamiento y que se puede arrostrar valientemente el riesgo de causar molestia y desconfort al presidente de uno de los países miembros.

 

Hacía tiempo que no veíamos una actitud tan decidida en un dirigente de un organismo internacional.

 

Por desgracia es frecuente que se quiera ser absolutamente obsecuente con el poder del que deriva su autoridad, por ello vale la pena rescatar la actitud del Secretario General, quien asume un riesgo y escribe y hace público lo que piensa.

 

De igual manera se pronuncia sobre la ingerencia y  la politización de la justicia. Establece y con razón, que las personas que tienen una actuación y una finalidad política partidista, deberían eximirse de participar en la administración de justicia, de lo contrario tendremos una justicia totalmente parcializada a los intereses del gobernante de turno.

 

Estas observaciones realizadas para Venezuela, deben servir también para prevenir situaciones en otros países de la región, porque solemos observar la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.

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