CAMBIO DE CHALECOS
El Tiempo
6 de octubre de 2011
Imagino que a todos nos pasa, que transcurrimos por un mismo lugar, decenas, tal vez centenas de veces y vemos sin ver muchas cosas, o no nos fijamos en los detalles. Así al pasar por la esquina de una de las vías concurridas de Quito, en el camino hacia mi trabajo, todas las mañanas, en la larga fila del tráfico que se forma y que genera nuestra impaciencia, vemos a una joven mujer que se afana y camina de un lado para otro, y va de carro en carro, entregando un periódico mañanero, ella, con gran agilidad y constancia, va y viene y se afana entregando el periódico. Se puede advertir que ella esta vestida con un chaleco de color vivo, casi fosforescente, con el que llama la atención a los que pasan por su vera.
Si por casualidad, pasamos por ese mismo lugar una hora después, observamos a la misma mujer, ya con otro chaleco, con el nombre de otro diario, voceándolo animadamente y también de ventanilla en ventanilla de los coches que continúan circulando con igual intensidad, para vender el nuevo producto que ahora se empeña en promover.
No es exageración el mencionar que una o dos horas más tarde, es la misma señora la que con un nuevo chaleco, promueve un diferente periódico y lo hace con el mismo entusiasmo que en los casos anteriores.
Por supuesto que el tema da para pensar en la industriosidad, la laboriosidad de la persona que vestida de tres diferentes chalecos, al menos, promueve artículos que probablemente son competencia entre ellos, y con esta actitud, genera utilidades para su familia.
A veces nos ponemos a pensar que este cambio de chalecos no es tan esporádico, cuando vemos a un sinnúmero de políticos a quienes vimos fervorosamente trabajando por una u otra tienda política, y que ahora muy paladinamente han jurado fidelidad al partido o movimiento que gobierna y se mueven entusiastamente promoviéndolo, defendiéndolo, sin importar que sus tesis representan las antípodas de lo que antes, hace unos años, defendían y pregonaban.La demostración del acomodo es evidente, parecería que tan fácil como cambiar de chalecos para promover productos comerciales, es cambiar de chalecos en la política nacional; algunos han demostrado ser maestros o maestras en estas lides.
Cosas de nuestra acomodaticia forma de ser, o de que siempre predominan los intereses personales frente a la ideas. Por lo que podríamos decir que el pancismo es el partido nacional.
ROSALÍA ARTEAGA SERRANO