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ALERTA QUE CAMINA... LA VOZ DEL PAPA

POR AMÉRICA LATINA

La Hora

9 de julio de 2015

 

Las lecturas que deja la visita del Papa Francisco, al menos hasta el momento en que escribo esta nota, son las de un personaje cercano, que rompe con frecuencia el protocolo para acercarse a las personas que lo vitorean por donde pasa; se advierte la predilección por los niños, los ancianos, las personas con alguna discapacidad, los más débiles en suma.

Es un hombre optimista, su homilia de la primera misa en suelo ecuatoriano, en el parque de Los Samanes en Guayaquil, hizo referencia a que lo mejor viene después, haciendo un símil con el vino bueno que se reparte, luego de la intermediación de la Virgen María quien pide a su hijo Jesús, en las famosas bodas, un vino que representa esa esperanza frente a lo que vendrá, a lo que está por venir.

El Pontífice máximo de la iglesia de Roma, se siente a su gusto en el continente que lo vió nacer, hablando en su lengua materna, el español tan rico y tan pleno de inflecciones, sintiéndose cercano con un pueblo devoto y curioso que le circunda en todos los lugares por los que pasa, que se desborda a la menor oportunidad.

La voz del Papa Francisco, está recorriendo América Latina, empieza en este viaje por el Ecuador, Bolivia y Paraguay, países de contrastes, de asimetrías, pero a los que recomienda armonía, conviencia, y no deja de hablar de la dignidad de los pueblos.

Bienvenido Papa Francisco a este continente que ama la paz, pero que no se deja avasallar por las consignas que pretenden quitarle la capacidad de disentir, de opinar diferente, de actuar con autonomía. De ahí que es tan necesario relievar la autoridad de la voz del Papa Francisco, que ahora está caminando por América Latina.

Caminando pero no armado con espada, siempre con gestos de amor y comprensión, de tolerancia y de fé. Por ello su figura se hace tan querida y respetada y su influencia es grande en las personas que sigue sus dictados y esperemos que también en quienes ejercen posición de liderazgo.

 

 

ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.

 

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