ROSALÍA ARTEAGA SERRANO
En estos últimos días, a raíz de la presentación de la terna que el Ejecutivo envió para la elección de la nueva Vicepresidenta del Ecuador, en reemplazo de Jorge Glass, y más aún, luego de la decisión de la Asamblea Legislativa, son varios los medios de comunicación que se han acercado para preguntar mi opinión.
He manifestado públicamente mis deseos de éxito, pero también la necesidad de mantener una agenda en la que primen ciertos principios fundamentales.
Por ello considero pertinente reflexionar sobre la importancia de la designación que la Asamblea hace en la persona de la psicóloga Alejandra Vicuña y en las tareas que tiene al frente de la función.
Serán primordialmente las que el Presidente de la República le encargue, pero también hay otras, de índole moral que tienen que ver con la recuperación de este espacio como uno en el que el pueblo ecuatoriano confíe, y en el que tiene que anteponer siempre el bien de la colectividad por encima de cualquier aspiración personal.
Por ello, sería importante ver a la segunda mandataria enfrentar decididamente a la corrupción, sin que primen los compromisos partidistas y menos aún los familiares.
Una de las tantas situaciones negativas que se dieron durante la década perdida fue la vigencia rampante del Nepotismo, que parece que continúa como práctica cuotidiana hasta los tiempos actuales.
Por ello, la lucha contra el nepotismo y la corrupción deben ser parte fundamental de la agenda de la segunda mandataria, para evitar un factor relevante en la construcción de complicidades que llevan, como hemos visto recientemente, a asociaciones delictivas.
AGENDA PARA LA VICEPRESIDENTA